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10 efectos del calor sobre el cuerpo

Llega el verano y, con él, la emoción de nuevos planes, vacaciones, salidas nocturnas y actividad. Por mucho disfrute que se pueda experimentar durante esta época del año, también hay que tener en cuenta que llega a ser muy demandante a nivel fisiológico para el organismo, sobre todo si no se toman las medidas preventivas pertinentes.

El calor y la exposición al sol pueden derivar en diversos problemas, desde una simple quemadura hasta un golpe de calor, pasando por deshidratación, agotamiento, mareos, alteraciones cognitivas y mucho más. Más allá de la respuesta fisiológica natural al calor, también hay que factorizar que vivimos en un planeta cada vez más caluroso, lo que supone un desafío para la regulación de nuestros órganos y sistemas ante picos térmicos. Tal y como indican fuentes profesionales, los últimos 6 años han sido los más cálidos registrados desde 1880, una cifra tan sorprendente como alarmante.

El daño a la salud humana, la agricultura y la economía global que causa el aumento de las temperaturas globales por el cambio climático apenas comienza a comprenderse. El calor extremo podría haber sido un condicionante para la muerte de unas 489 000 personas anualmente entre 2000 y 2019, según la Organización Meteorológica Mundial, lo que convierte a las olas de calor en el más mortífero de todos los fenómenos meteorológicos extremos. En las siguientes líneas, te contamos 10 efectos del calor sobre el cuerpo, pues en el conocimiento y la prevención reside la clave de la salud.

1. Deshidratación

La deshidratación es una afección que ocurre cuando el cuerpo pierde demasiados líquidos. A nivel técnico, esta alteración fisiológica se define por la presencia de hipovolemia (disminución del volumen sanguíneo) y de una reducción del peso corporal (PC). Puede ser leve (pérdida del 1 % al 3 % del PC) o ir aumentando gradualmente, hasta llegar a provocar signos y síntomas como:

  • Boca seca.
  • Tener mucha sed.
  • Producción de orina de color oscuro.
  • Mareos.
  • Fatiga.
  • Dificultades cognitivas.
  • Irritabilidad, somnolencia.

La sudoración excesiva debida al exceso de temperaturas puede agotar el cuerpo de agua y sal, causando así deshidratación. La mejor forma de combatir este estado durante el verano es ingerir al menos 2 litros de agua al día, consumir alimentos con alto contenido en líquidos, evitar salir de casa las horas con mayor exposición del sol y, si es necesario, reponer sales con bebidas electrolíticas (sobre todo si se practica deporte).

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2. Aumento de la frecuencia cardiaca

La frecuencia cardiaca es el número de veces que se contrae el corazón durante un minuto. La frecuencia normal en reposo oscila entre 50 y 100 latidos/min, aunque diversas situaciones pueden alterar este ritmo habitual. El aumento de las temperaturas exteriores suele traducirse en una temperatura corporal más alta también, lo que obliga al corazón a bombear más fuerte y latir más rápido para redirigir una mayor cantidad de sangre a la piel.

Esto hace que, según fuentes profesionales, en verano el corazón pueda bombear de 2 a 4 veces más sangre por minuto que en una temporada más fría. De todas formas, en personas con una salud general adecuada y que no se encuentran en población de riesgo, este aumento en el esfuerzo cardiaco es prácticamente imperceptible y no tiene por qué traducirse en ningún problema de salud.

3. Vasodilatación

La vasodilatación es el proceso fisiológico en el que los vasos sanguíneos se ensanchan. Esto provoca una disminución de la resistencia vascular, y también un incremento de flujo de sangre hacia los tejidos. Este evento puede llegar a ser muy beneficioso en algunos momentos, por ejemplo, cuando se está realizando ejercicio físico y los músculos requieren oxígeno y nutrientes de manera más abundante e inmediata.

Ante temperaturas altas, el cuerpo humano pone en marcha procesos de vasodilatación, ya que la dilatación de los vasos sanguíneos favorece la pérdida de calor a través de la piel y ocasiona además aumento en la producción de sudor, traduciéndose en una disminución de la temperatura corporal. Otros muchos eventos pueden provocar vasodilatación, aunque esto no es necesariamente malo siempre que tenga lugar en unos rangos coherentes y de forma normal.

4. Estrés térmico

El estrés térmico es la situación de malestar, reflejada en diversos signos y síntomas, que ocurre cuando la permanencia en un ambiente determinado exige esfuerzos excesivos a los mecanismos fisiológicos encargados de mantener la temperatura corporal interna.

Entre los principales síntomas que pueden esperarse en un cuadro de estrés térmico, destacamos los siguientes:

  • Palpitaciones rápidas.
  • Sudoración excesiva.
  • Mareos.
  • Náuseas.
  • Vómitos.
  • Respiraciones rápidas y superficiales.
  • Temperatura corporal ligeramente elevada.

Los consejos para prevenir este estado alterado son similares a los presentados ante un golpe de calor. Este término es especialmente importante en el entorno laboral, pues diversos trabajos someten a los empleados a un estrés térmico elevado y hay que tomar todas las medidas posibles para evitarlo.

5. Calambres

Los calambres son contracciones musculares involuntarias y de duración corta. Pueden ser dolorosos y afectar a distintas partes del cuerpo, si bien es más común que aparezcan en muslos, pies, manos, brazos, abdomen y caja torácica.

Cuando hace calor, el cuerpo regula la temperatura interna mediante la sudoración, lo que resulta en una pérdida significativa de agua y sales minerales esenciales, como sodio, potasio y magnesio. Estos electrolitos son cruciales para la función muscular normal y su desequilibrio puede causar contracciones musculares dolorosas e involuntarias. La deshidratación derivada de la sudoración excesiva, al reducir el volumen de sangre, también puede disminuir el flujo de oxígeno y nutrientes a los músculos, aumentando aún más el riesgo de calambres.

6. Dermatitis

La dermatitis es una afección cutánea muy frecuente que provoca la hinchazón y la irritación de la piel. Puede ser de muchos tipos, tener múltiples causas y presentarse en forma de diversos signos y síntomas. Entre las presentaciones más usuales de esta condición, destacan el picor de la piel, la sequedad cutánea y la aparición de erupciones/ampollas, entre otros muchos síntomas.

El calor puede causar dermatitis o exacerbar los síntomas debido a la irritación y la inflamación de la piel resultantes del exceso de sudoración y la fricción. Las lociones de calamina pueden ayudar a reducir las molestias como ardor, comezón y dolor derivadas de la dermatitis por altas temperaturas, pero recordamos que todo medicamento debe consumirse única y exclusivamente bajo atención médica.

7. Mayor riesgo de infecciones cutáneas

El calor, sobre todo si va acompañado de una humedad ambiental alta, puede hacer que la piel se convierta en un sustrato más que favorable para el crecimiento de bacterias, hongos y otros microorganismos oportunistas que se consideran patógenos. Esto, sumado a que en verano solemos acudir a piscinas públicas y compartimos más espacios con personas desconocidas (hoteles, centros deportivos, playas y más) hace que las infecciones cutáneas estén a la orden del día cuando las temperaturas empiezan a subir.

La ptiriasis versicolor, el pie de atleta y el molusco contagioso son solo algunos de los ejemplos de infecciones cutáneas comunes en verano. Cada una de ellas tiene un tratamiento diferente, por lo que se requiere atención médica ante la aparición de cualquier síntoma sospechoso.

8. Pérdida de sales minerales

Las sales minerales son biomoléculas inorgánicas que se encuentran en cuerpo en proporciones muy pequeñas (entre el 1 % y el 5 %). El sodio (Na+), el potasio (K+), el calcio (Ca2+) y el magnesio (Mg2+) son solo algunos de los ejemplos más relevantes, y realizan muchísimas funciones para el equilibrio fisiológico: regulan el balance de agua dentro y fuera de las células, intervienen en la excitabilidad nerviosa y posibilitan la actividad muscular, entre otras muchas cosas.

Cuando se incrementa la temperatura ambiental de forma excesiva, el organismo aumenta su tasa de transpiración y sudoración, por lo que naturalmente se reducen las cantidades de ciertas sales minerales en el cuerpo. El sodio, el potasio y el cloruro son las sales que principalmente se pierden en esta situación, y es importante reponerlas para evitar tanto problemas musculares como nerviosos.

9. Alteraciones en la función renal

Las temperaturas excesivas pueden provocar alteraciones en la función renal, principalmente debido a la deshidratación que ya hemos nombrado en líneas previas. El calor extremo incrementa la sudoración, lo que puede llevar a una pérdida significativa de líquidos y electrolitos. La deshidratación reduce el volumen de sangre y disminuye el flujo sanguíneo hacia los riñones, afectando su capacidad para filtrar desechos y mantener el equilibrio de líquidos y electrolitos en el cuerpo. Además, el estrés térmico puede aumentar la carga sobre los riñones, exacerbando el riesgo de daño renal.

Como en otros muchos puntos ya citados, en personas sanas y no pertenecientes a poblaciones de riesgo, esto no tiene por qué suponer un problema grave para la salud. De todas formas, siempre se recomienda consumir las cantidades adecuadas de agua al día, si bien esto es especialmente importante en el verano para mantener el bienestar renal.

10. Agotamiento

El agotamiento es una consecuencia de varios de los mecanismos recogidos en este espacio ante la exposición a temperaturas extremas. La potencial deshidratación, el aumento de la carga cardiovascular, la disminución del rendimiento muscular y los mecanismos activados durante un evento de estrés térmico se pueden traducir en una disminución de energía y capacidad física.

Es normal sentirse más cansado que de costumbre ante altas temperaturas, pero siempre en los límites de normalidad y sin otros síntomas asociados. En caso de estar cansado de más de forma prolongada, sea en verano o en cualquier otro momento del año, se recomienda visitar al médico.

NAD+: usos e importancia médica.

Como ves, el calor excesivo tiene múltiples efectos sobre el cuerpo, aunque no todos ellos son malos en sí mismos y corresponden a respuestas adaptativas. De todas formas, en poblaciones en riesgo o en pacientes con ciertas enfermedades, esta época del año puede ser especialmente delicada. Ante cualquier duda o sospecha de potenciales problemas asociados a las altas temperaturas, se recomienda ponerse en manos de un profesional.

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