10 señales tempranas de daño en el hígado

El hígado es uno de los órganos más importantes del ser humano. Esta estructura, con unos 25 centímetros de longitud transversal y más de 1 kilogramo de peso, realiza múltiples funciones vitales tanto para la supervivencia como para el bienestar de todo ser vivo que lo porta en su anatomía. Entre otras muchas cosas, el hígado se encarga de producir enzimas y bilis que ayudan a digerir los alimentos, regular la concentración de químicos en sangre, almacenar energía y eliminar toxinas del organismo. Por su papel clave en la depuración de sustancias de desecho y otras muchas labores, vivir sin hígado o con un hígado disfuncional a día de hoy es completamente imposible.

Debido a su estrecho contacto con sustancias potencialmente nocivas (como alcohol, fármacos y más), el hígado es susceptible de sufrir daños tanto agudos como crónicos, sobre todo ante un estilo de vida inadecuado. Tal y como indican fuentes epidemiológicas, el 32.4% de la población mundial presenta enfermedad por hígado graso metabólico (EHGM), una afección en la que se acumula grasa en el hígado, estrechamente ligada a la obesidad, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico. Otras condiciones que afectan gravemente al hígado son el alcoholismo, las infecciones virales (hepatitis A, B y C), la cirrosis hepática y el cáncer hepatocelular.

Por desgracia, el hígado suele tardar en avisar de su daño o mal funcionamiento. Este órgano puede seguir haciendo su trabajo hasta cuando el 70-80 % de su integridad anatómica se ha visto comprometida, ya que tiene una alta capacidad de reserva, un potencial de regeneración considerable (hasta ciertas etapas) y las secciones “sanas” suelen compensar la falta de trabajo del resto del órgano hasta que ya es tarde. Además, esta estructura cuenta con pocas terminaciones nerviosas, lo que hace que el dolor y el malestar no se manifiesten hasta que el cuadro es grave. En las siguientes líneas, te mostramos 10 señales de que tu hígado puede estar empezando a funcionar mal; la detección temprana es el secreto para combatir toda patología hepática con eficacia.

Las 10 señales tempranas de daño hepático

Tal y como indican fuentes científicas, hasta 7 de cada 10 personas con enfermedades hepáticas como cirrosis, enfermedad de hígado graso no alcohólico y enfermedad de hígado graso alcohólico desconocen su estado. La mayoría de los pacientes reciben las noticias de fallo hepático ante resultados anormales en analíticas sanguíneas, análisis de orina o pruebas de diagnóstico por imagen de rutina (como ecografía o resonancia magnética abdominal).

Aun así, esto no quiere decir que adelantarse una patología hepática en sus etapas tempranas sea imposible. El cuerpo puede dar al paciente ciertas señales que indican una visita al médico, y actuar con presteza en estos casos es esencial. En el siguiente listado, te mostramos 10 señales tempranas de daño hepático:

  1. Fatiga o debilidad persistente: es uno de los síntomas más comunes y tempranos de la enfermedad. No se explica fácilmente con estrés, ansiedad y otros estados mentales alterados. La acumulación de sustancias nocivas en el organismo, el déficit de sueño asociado al malestar, los problemas nerviosos derivados del desajuste orgánico y más hacen que la debilidad sea uno de los signos principales de daño hepático.
  2. Molestia vaga en la parte superior derecha del abdomen: el hígado está localizado en el cuadrante derecho superior abdominal. La hepatitis, los abscesos hepáticos y otros cuadros que cursan con inflamación pueden provocar este signo clínico. De todas formas, también puede estar provocado por pancreatitis, problemas de estómago o dolor muscular. Descartar otras condiciones es esencial.
  3. Náuseas leves y recurrentes: aparecen de forma esporádica sin una causa aparente, sobre todo después de ingerir comidas grasas. El hígado es un órgano vital para la digestión de las grasas y el procesamiento de los nutrientes. Cuando no funciona correctamente, puede haber una digestión lenta y difícil.
  4. Cambios sutiles en el apetito: el menor deseo de comer y el apetito reducidos son habituales en las primeras etapas de enfermedad hepática.
  5. Distensión abdominal leve: se suele relacionar con la presencia de gases o una distensión abdominal después de comer, pero también es posible que ocurra por un mal funcionamiento del hígado en sus etapas tempranas.
  6. Dificultad para concentrarse/cambios en el humor: cuando el hígado no funciona bien, la depuración de toxinas falla, y estas pueden aumentar su concentración en sangre hasta acumularse en el cerebro. La presencia de sustancias nocivas en el cerebro puede provocar confusión, cambios en el humor y otros estados alterados que no se explican fácilmente a nivel psicológico.
  7. Alteraciones en el sueño: insomnio o sueño fragmentado sin una explicación clara.
  8. Picazón leve y generalizada: la acumulación de sales biliares y bilirrubina en la sangre irrita la piel cuando el hígado no puede procesarlas y eliminarlas adecuadamente.
  9. Sensación de malestar general o “resaca” sin haber bebido: el cuerpo se siente como si no estuviese procesando bien los alimentos y las sustancias (lo cual es real, porque el hígado es vital para realizar la digestión y la depuración de toxinas/metabolitos).
  10. Cambios ocasionales en el color de la orina: el daño hepático puede provocar que la orina se oscurezca debido a la acumulación de bilirrubina, un pigmento amarillo que normalmente es procesado por el hígado y excretado en las heces. Cuando el hígado no funciona correctamente, la bilirrubina se puede acumular en la sangre y ser eliminada por los riñones, resultando en una orina de color amarillo oscuro o “color Coca Cola“.

Otras señales de alerta

Además de estos síntomas tempranos, hay signos más preocupantes que suelen indicar un daño hepático avanzado o crónico. La ictericia, por ejemplo, se manifiesta como un color amarillento en la piel y los ojos debido a la acumulación de bilirrubina. La ascitis, que es la acumulación de líquido en el abdomen, provoca hinchazón evidente y es un signo de cirrosis en estadios más graves. Otros indicios de alarma son los hematomas frecuentes o sangrados sin causa aparente, la confusión mental intensa (encefalopatía hepática), y la pérdida importante de masa muscular. Estos síntomas reflejan un hígado que ha perdido gran parte de su capacidad funcional.

Es fundamental entender que muchas enfermedades hepáticas no dan señales claras durante años, y cuando aparecen los síntomas más severos, el daño puede ser difícil o incluso imposible de revertir. Por eso, si presentas fatiga persistente, molestias abdominales, alteraciones digestivas o cualquier otro signo descrito, lo mejor es consultar con un profesional de salud cuanto antes. Un análisis de sangre sencillo (como un perfil hepático) o una ecografía pueden detectar alteraciones tempranas y permitir un tratamiento precoz. El hígado no duele, pero habla a través de señales sutiles: escucharlas a tiempo puede marcar la diferencia.

Compra tu prueba

En VIVOLABS, contamos con múltiples estudios para la evaluación del hígado y la detección temprana de problemas de salud. Con una extracción simple de sangre, podrás salir de dudas.

Otros artículos relacionados

Deja aquí tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *