Las pruebas genéticas representan un tipo de análisis médico que busca cambios o variaciones de interés en el ADN de la persona (genoma). Se utilizan para encontrar enfermedades genéticas en los bebés por nacer, para averiguar si el paciente es portador de genes mutados o si existe proclividad a padecer condiciones específicas durante la vida.
La información obtenida a la hora de analizar el ADN de una persona es invariable. Por ello, no es necesario repetir el estudio una vez realizado, ya que el resultado no se modifica a lo largo de la vida. El informe de tu prueba te acompañará en todo tu recorrido médico vital, independientemente del momento.
Los estudios bioquímicos se llevan a cabo para medir la concentración de ciertas sustancias en el cuerpo del paciente. Por ejemplo, sirven para cuantificar la cantidad de vitamina presente en la sangre en ese momento o la respuesta inmunitaria frente a un virus. Estos parámetros son variables en el tiempo y, en ocasiones, se recomienda repetir las pruebas de forma periódica.
En líneas generales, los estudios genéticos aportan información acerca de la causa de las patologías, mientras que los estudios de bioquímica informan sobre las consecuencias o los síntomas de dichas patologías. Los primeros son invariables, mientras que los segundos deben repetirse a lo largo del tiempo con el fin de seguir el curso de una patología o tratamiento. Ambos son complementarios en el terreno diagnóstico.