La albúmina es la principal proteína de la sangre, y una de las más abundantes en el ser humano. Esta proteína es sintetizada por unas células especializadas localizadas en el hígado, llamadas hepatocitos, los cuales producen entre 12 y 14 gramos de albúmina cada día, con la finalidad de mantener la homeostasis del aparato circulatorio y el cuerpo en general. La concentración natural de esta proteína en la sangre humana oscila entre 3,5 y 5,0 gramos por decilitro y supone un 54,31 % de la proteína plasmática, cifras que ejemplifican su abundancia y funcionalidad en nuestra especie.
La función principal de la albúmina es la regulación del equilibrio de fluidos en el aparato circulatorio. Su abundante presencia en la sangre ayuda a mantener los líquidos dentro de los vasos sanguíneos, evitando que se escape hacia los tejidos circundantes y cause hinchazón, edema y otros síntomas. También actúa como vía de transporte de múltiples moléculas a través del torrente sanguíneo, incluyendo hormonas, enzimas, medicamentos y otras sustancias que deben llegar a su diana en distintas partes del cuerpo. Además, contribuye a la presión oncótica de la sangre, modula en cierto modo el sistema inmunitario, y es una valiosa herramienta diagnóstica en el entorno médico.
Ante la presencia de ciertos cuadros clínicos, es posible que los niveles de albúmina en sangre y orina se vean alterados. En las siguientes líneas, te contamos qué significa tener la albúmina alta en orina y a qué enfermedades se asocia a corto y largo plazo. ¡No dejes de leer!
¿Qué es la albuminuria?
Tal y como indica el Instituto Nacional del Cáncer (NIH), la albuminuria es la presencia anormal de albúmina en la orina. Este evento forma parte de un cuadro clínico general conocido como proteinuria, en el que se registra un exceso de proteínas sanguíneas en la orina (albúmina, globulinas o proteínas de Bence Jones, entre otras) por múltiples causas, siendo la más habitual el mal funcionamiento de los riñones.
En situaciones de normalidad, un ser humano expulsa a través de la orina <30 mg de albúmina durante 24 horas. Cuando una persona está sana, la albúmina no atraviesa el filtro glomerular, debido a su tamaño y carga eléctrica. Si pequeñas cantidades pasan a través de los riñones, los túbulos renales las reabsorben y reciclan, permitiendo así que se mantenga el equilibrio en el aparato circulatorio. Cuando falla la funcionalidad renal, la filtración glomerular pierde su selectividad y permite que proteínas grandes como la albúmina se escapen, aumentando así su concentración en orina.
La microalbuminuria se define como una excreción de albúmina en orina entre 30 y 300 mg/día (o 20-200 µg/min en orina minutada). La macroalbuminuria ocurre cuando se registran niveles superiores a 300 mg/g diarios. Los niveles pueden variar según el laboratorio que analice la muestra, el sexo biológico del paciente, la edad, la situación de salud de la persona, y mucho más. Ante cualquier duda, es necesario consultar con un profesional médico.
Según fuentes epidemiológicas, la prevalencia de la albuminuria oscila sobre el 7,8 % de la población, siendo más prevalente a partir de los 40 años de edad. La prevalencia continúa aumentando a medida que se cumplen años, alcanzando sus picos máximos de reporte sobre los 70 años. Además, es algo más habitual en el sexo biológico femenino en comparación con el masculino. Esta condición se asocia a múltiples enfermedades comunes en la población, como la diabetes tipo I y II, la hipertensión o la enfermedad cardiovascular.
¿Cuáles son los síntomas de la albuminuria?
Lo más frecuente es que las personas con albuminuria no sientan signos o síntomas en las primeras etapas de su enfermedad. Esto se debe a que el mal funcionamiento de los riñones no suele hacerse manifestable hasta que la patología avanza, por lo que es muy importante realizarse análisis rutinarios en caso de duda o sospecha.
Una vez comienzan a experimentarse signos clínicos de daño renal, destacan los siguientes:
- Orina espumosa.
- Aparición de bolsas alrededor de los ojos (sobre todo al levantarse).
- Hinchazón (edema) de pies, tobillos, cara y otras zonas.
- Orinar más de lo acostumbrado (micción frecuente).
- Deseo frecuente de orinar.
- Fatiga inexplicable.
La presencia de espuma en la orina es el signo más habitual de albuminuria. Te recomendamos acudir al médico si notas cualquier cambio en el patrón, consistencia o color de tu orina, pues esto puede ser señal de daño renal, infección de las vías urinarias y otros muchos cuadros clínicos que requieren atención médica.
Causas de la albúmina elevada en orina
La albuminuria (proteinuria) es causada por daño renal, específicamente cuando el daño se produce en el glomérulo (el filtro del riñón). A veces ocurre de forma temporal (de días a unos meses), mientras que otras es de tipo crónico (más de 3 meses de duración).
Algunas de las causas más comunes de albuminuria a corto plazo son:
- Deshidratación.
- Realización de ejercicio de alta intensidad.
- Fiebre.
- Infección aguda.
- Exposición a frío extremo.
- Estrés físico o emocional.
Algunas de las causas más comunes de albuminuria a largo plazo son:
- Diabetes tipo 1 y tipo 2.
- Hipertensión (presión arterial alta).
- Enfermedad cardiovascular (disfunción diastólica, hipertrofia ventricular izquierda y eventos cardiovasculares mayores, entre otros cuadros clínicos).
- Lupus eritematoso sistémico (LES).
- Amiloidosis.
- Preeclampsia (en el embarazo).
- Glomerulonefritis (postestreptocócica, IgA, membranosa, etc.).
- Síndrome nefrótico.
- Enfermedad de cambios mínimos.
- Nefropatía por reflujo.
- Nefritis intersticial.
- Pielonefritis.
- Infecciones virales crónicas (como hepatitis B o VIH).
- Mieloma múltiple (albuminuria + proteínas de Bence Jones).
- Síndrome hemolítico urémico.
Diagnóstico de la albuminuria
El diagnóstico de la albuminuria se realiza mediante el análisis de orina, detectando la presencia de albúmina, una proteína que normalmente no debe encontrarse en cantidades significativas en la orina. El método más sensible y práctico es la medición del cociente albúmina/creatinina (ACR) en una muestra aislada de orina (preferiblemente la primera de la mañana), siendo normal un valor menor a 30 mg/g, como ya se ha nombrado en líneas previas. También puede realizarse una recolección de orina de 24 horas para cuantificar la excreción total de albúmina. En algunos casos, se utilizan tiras reactivas, aunque son menos sensibles para detectar cantidades bajas (microalbuminuria).
Una vez detectada la albuminuria, es importante confirmar su persistencia con al menos dos mediciones en un período de 3 a 6 meses, especialmente si los niveles son anormales pero bajos. Si se confirma, se debe investigar su causa mediante estudios complementarios como exámenes de sangre, evaluación de función renal (creatinina, tasa de filtración glomerular), presión arterial, glucemia y estudios de imagen, si es necesario, como ecografía, resonancia magnética, rayos X y mamografía.
Tratamiento
El tratamiento de la albuminuria tiene como principal objetivo reducir la excreción de albúmina en la orina y prevenir el daño progresivo de los riñones. Esto comienza con el control riguroso de las enfermedades subyacentes más frecuentes, como la diabetes mellitus y la hipertensión arterial, que son las principales causas de albuminuria persistente. En estos casos, se deben alcanzar metas específicas de control glicémico (HbA1c < 7 %) y presión arterial (< 130/80 mmHg), ya que el manejo inadecuado acelera el deterioro renal.
Desde el punto de vista farmacológico, se emplean fármacos que protegen directamente al riñón. Los inhibidores de la enzima convertidora de angiotensina (IECA) o los antagonistas del receptor de angiotensina II (ARA II) son el tratamiento de primera línea, puesto que no solo controlan la presión arterial, sino que también reducen la presión dentro del glomérulo, disminuyendo así la pérdida de proteínas. En pacientes con diabetes o enfermedad renal crónica, los inhibidores de SGLT2 (como empagliflozina o dapagliflozina) han demostrado ser eficaces para reducir la albuminuria y ralentizar el avance del daño renal, incluso en personas sin diabetes.
Además del tratamiento médico, es fundamental realizar cambios en el estilo de vida. Esto incluye una dieta baja en sal, evitar el exceso de proteínas si hay deterioro renal, mantener un peso adecuado, realizar actividad física regular y dejar de fumar. En casos más complejos, como enfermedades autoinmunes (lupus) o síndrome nefrótico, puede requerirse el uso de inmunosupresores, diuréticos o anticoagulantes. El manejo debe ser individualizado, con seguimiento regular de la función renal y de los niveles de albuminuria para evaluar la respuesta al tratamiento y ajustar las medidas según la evolución clínica del paciente.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.