Los niveles de los marcadores tumorales pueden verse afectados por múltiples factores, tanto fisiológicos como patológicos, y no siempre indican la presencia de un cáncer. En primer lugar, algunas condiciones benignas pueden alterar estos valores: inflamaciones crónicas, infecciones recientes o cirugías pueden elevar ciertos marcadores de manera temporal. Por ejemplo, enfermedades hepáticas o renales, infecciones urinarias, pancreatitis o procesos inflamatorios gastrointestinales pueden modificar los niveles de distintos marcadores tumorales.
El estilo de vida también puede influir. Factores como el estrés, el consumo de alcohol, el tabaquismo, la obesidad o la falta de actividad física pueden tener un impacto indirecto en la regulación hormonal o metabólica, lo que a su vez puede afectar la producción de ciertas proteínas detectadas en los análisis de marcadores tumorales. Incluso la edad y el sexo son variables importantes: algunos marcadores tienden a variar según la etapa de la vida y pueden diferir entre hombres y mujeres de manera natural.
Además, los medicamentos y suplementos pueden influir en los resultados. Tratamientos hormonales, quimioterapia previa, fármacos inmunomoduladores o incluso ciertos suplementos nutricionales pueden alterar los niveles medidos en sangre. Por ello, los resultados siempre deben interpretarse en el contexto clínico completo del paciente, incluyendo antecedentes médicos, historia familiar y cualquier síntoma presente. Un nivel elevado no es diagnóstico por sí solo, sino una señal que debe ser evaluada junto con pruebas complementarias y seguimiento médico profesional.