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Enfermedad de Alzheimer

Diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer

La demencia provocada por la enfermedad de Alzheimer puede evidenciarse con múltiples pruebas. En la antigüedad, esta condición solo podía diagnosticarse con toda seguridad una vez el paciente ya había fallecido y con el posterior análisis de su cerebro, pero a día de hoy la aproximación es mucho más certera. En las siguientes líneas, mostramos algunos de los procesos médicos más utilizados para su diagnóstico.

Examen físico

El examen físico es la puerta de entrada para la detección de innumerables enfermedades. El profesional médico puede sospechar el daño neurológico en el paciente poniendo a prueba los siguientes frentes:

  1. Reflejos.
  2. Tono muscular y fuerza.
  3. Estado de los sentidos de la vista y la audición.
  4. Coordinación.
  5. Balance.
  6. Habilidad para levantarse y llevar a cabo un recorrido concreto.

Análisis de sangre

Un análisis de sangre, ya sea general o específico, puede ayudar a descartar otras causas del deterioro cognitivo no asociadas a la enfermedad de Alzheimer. Un problema en la glándula tiroides, las deficiencias vitamínicas y la anemia se pueden comenzar a diagnosticar en este punto del análisis, por ejemplo.

Además, cabe destacar que cada vez existen más marcadores capaces de detectar la degeneración cerebral en sangre. Por ejemplo, estudios han indicado que los pacientes con enfermedad de Alzheimer son más proclives a presentar mayor acción y expresión de la enzima beta-secretasa (BACE1). Hay otros marcadores en investigación para realizar el diagnóstico más certero.

Diagnóstico por imagen

La exploración por tomografía computarizada (TC) del cerebro permite descartar otras patologías relacionadas con la pérdida de funciones cognitivas, como los tumores en el cerebro, el accidente cerebrovascular o el hematoma subdural. Por su parte, la resonancia magnética (RNM) es capaz de detectar la disminución de masa en el cerebro en ciertas áreas, uno de los indicativos más claros de enfermedad neurodegenerativa. Hay más análisis específicos por imagen que muestran el daño cerebral.

Tratamiento de la enfermedad de Alzheimer

No existe una cura para la enfermedad de Alzheimer. Por ahora, la única solución posible es abordar los síntomas y tratar de frenar la progresión de la patología lo más rápido posible. Los grupos farmacológicos empleados se pueden dividir en 3 bloques:

  1. Memantina: este fármaco pertenece al grupo de los antagonistas del receptor de NMDA. En resumen, bloquea los efectos de los niveles tónicos de glutamato elevados, los cuales se asocian a la disfunción neuronal.
  2. Aducanumab: este es el primer medicamento que combate la biología fundamental de la enfermedad. Causa la reducción de placas amiloides en el cerebro, lo que probablemente se puede traducir en una menor declinación clínica del Alzheimer. En resumen, podría promover el mantenimiento de la autonomía en el paciente por más tiempo. El tratamiento debe iniciarse en la etapa leve.
  3. Inhibidores de la colinesterasa: son compuestos químicos farmacológicos que inhiben la enzima colinesterasa, impidiendo así la destrucción de acetilcolina. En general, son los primeros fármacos que se prueban y suelen mejorar modestamente los síntomas.

Más allá de la farmacología, es esencial tratar de mantener el bienestar del paciente con medidas caseras. Automatizar el día a día lo máximo posible (transacciones bancarias, instalación de sensores con alarmas y más), dejar las cosas siempre en el mismo sitio, retirar los muebles de más y contratar a una persona para ayudar en el día a día puede ser necesario.

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