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Inflamación intestinal: 7 posibles causas

El intestino es un órgano largo con forma de tubo ubicado en el abdomen que se encarga de completar el proceso digestivo. Está dividido en dos secciones, intestino delgado e intestino grueso, y a su vez cada uno de estos segmentos cuenta con varias divisiones con funciones y anatomía específicas. La salud intestinal es esencial para el bienestar a corto y largo plazo, pues este órgano absorbe los nutrientes de los alimentos, recupera agua, posibilita la formación de las heces y mucho más.

Debido a que forma parte de un sistema abierto (el aparato digestivo) y está en constante contacto con el entorno exterior, la inflamación intestinal es un cuadro clínico común, el cual suele manifestarse con síntomas como diarrea, dolor abdominal, retortijones, fatiga, pérdida de peso y mucho más. En las siguientes líneas, te describimos 7 causas por las cuales puede aparecer la inflamación intestinal, y cómo detectarla a tiempo.

1. Enfermedad de Crohn

La enfermedad de Crohn es una dolencia inflamatoria crónica con manifestaciones intermitentes y que, en casi todos los casos, compromete el extremo inferior del intestino delgado y el comienzo del intestino grueso (aunque también se puede manifestar en cualquier parte del tubo digestivo). Se desconocen las causas de este trastorno inflamatorio, si bien una respuesta inmunitaria anormal y el patrón de herencia biológica parecen estar involucrados en su desarrollo.

Entre los síntomas de esta patología, destacan la diarrea, la fiebre, la fatiga, los cólicos abdominales, la presencia de sangre en las heces, la aparición de aftas y la pérdida de peso. La enfermedad de Crohn no tiene una cura definitiva en sí misma, pero sí se puede controlar con medicamentos antiinflamatorios (corticoides y 5-aminosalicilatos orales), inhibidores del sistema inmunitario, medicamentos biológicos y terapia nutricional. En caso de que todos estos abordajes no alivien la sintomatología, puede ser necesaria una cirugía para la extracción de la porción dañada del intestino. Por desgracia, la realización de al menos una intervención quirúrgica es necesaria en casi la mitad de los casos.

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2. Colitis ulcerosa

La colitis ulcerosa es una afección a largo plazo que provoca inflamación y úlceras en el colon y el recto. A diferencia de la enfermedad de Crohn, esta patología se circunscribe a la región de colon-recto, es algo más superficial (afecta solo a mucosa y submucosa intestinal, no a todas las capas) y se manifiesta con una forma sintomática ligeramente distinta. Aunque pueda parecer una condición algo menos grave por su descripción, es importante destacar que este tipo de colitis presenta un alto riesgo de cáncer colorrectal si la enfermedad dura muchos años y afecta ampliamente el colon.

No se conoce la causa de esta enfermedad, pero como en el caso del Crohn, se sospecha de una respuesta inadecuada del sistema inmunitario y un cierto patrón hereditario. En lo que al tratamiento se refiere, es necesario destacar que se suelen emplear estrategias parecidas iniciales al apartado anterior (supresores del sistema inmunitario, antiinflamatorios y más), pero también se puede recurrir a la cirugía que implica la extirpación de todo el colon y del recto (proctocolectomía). La proctocolectomía total puede resolver el cuadro en su totalidad.

3. Síndrome del intestino irritable (SII)

El síndrome de intestino irritable (SII) no se caracteriza principalmente por inflamación, ya que no es una enfermedad inflamatoria per se, a diferencia de los casos anteriores. El SII es un trastorno funcional del intestino, lo que significa que los síntomas están relacionados con cómo funciona el sistema digestivo, en lugar de estar causados por daños estructurales o inflamación directa. De todas formas, merece la pena incluir este trastorno como un elemento más del listado, pues cursa con una sintomatología similar a los elementos ya citados.

Este trastorno frecuente es multifactorial y puede encontrar su causa en múltiples eventos fisiológicos: contracciones musculares en el intestino, anomalías del sistema nervioso, exposición a estrés en edad temprana, cambios en la microbiota intestinal o una infección intestinal grave previa son algunos de ellos. En este caso, los cambios en el estilo de vida y el consumo de ciertos fármacos sí suelen ser suficiente para aliviar la sintomatología y conseguir una mejoría sustancial en el paciente.

4. Enfermedad celiaca

La enfermedad celiaca es un trastorno crónico de tipo autoinmunitario que afecta primariamente al intestino, pero que a largo plazo también puede dañar múltiples órganos y sistemas. Esta patología se manifiesta de forma sintomática tras la ingesta de gluten, una proteína que se encuentra en el trigo, la cebada, el centeno y otros cereales. Se considera un trastorno con un fuerte componente hereditario que afecta a 1 de cada 100 personas en todo el mundo.

En las personas con esta enfermedad, el sistema inmunitario ataca el revestimiento del intestino delgado al detectar el gluten, lo que provoca daño en las vellosidades intestinales, inflamación crónica y dificultades para absorber nutrientes esenciales. Esta imposibilidad de incorporar en el torrente sanguíneo vitaminas y minerales necesarios para la vida, a largo plazo, puede desembocar en problemas neurológicos, musculoesqueléticos y más. Como es natural, el principal tratamiento de esta condición es evitar la ingesta de alimentos con gluten.

5. Infecciones intestinales

Las infecciones gastrointestinales son cuadros víricos, bacterianos, protozoarios o parasíticos que suelen provocar gastroenteritis (la inflamación de todo el tubo digestivo, incluyendo estómago e intestinos). Su síntoma principal es la diarrea, y algunas de ellas también cursan con signos más específicos como deposiciones sanguinolentas, fatiga, fiebre y calambres musculares, entre otros. Uno de los riesgos que más se asocian a estos cuadros infecciosos, especialmente en países de bajo ingreso, es la deshidratación por el exceso de diarrea.

Los principales agentes causales de infecciones gastrointestinales son Norovirus, Rotavirus, amebas y bacterias de los géneros Salmonella, Campilobacter, Shigella y Escherichia. El tratamiento depende mucho del agente causal: en general, las infecciones víricas se resuelven por sí solas, mientras que las parasíticas y las bacterianas a menudo requieren del consumo de ciertos fármacos durante un periodo de tiempo determinado. De todas formas, estos cuadros se suelen resolver de forma exitosa si se siguen las recomendaciones médicas pertinentes.

6. Alergias alimentarias

Las alergias alimentarias son reacciones anormales del sistema inmunitario frente al consumo de ciertos alimentos que reconoce como dañinos. Al exponerse a un alérgeno alimentario (como leche, huevos, cacahuete o mariscos), ciertas células del cuerpo liberan sustancias como histamina, desencadenando síntomas que van desde leves (urticaria, hinchazón) hasta graves (anafilaxia).

Estas reacciones pueden causar inflamación intestinal porque las células inmunitarias atacan a las paredes del intestino como parte de su respuesta, lo que daña la mucosa intestinal y altera su función. El tratamiento consiste en evitar los alimentos que provocan la alergia, usar antihistamínicos o corticoides para los síntomas leves, y administrar adrenalina en casos graves como la anafilaxia.

7. Estrés crónico

Aunque resulte difícil de creer, el estrés crónico puede ser causa de inflamación intestinal, ya que altera el eje intestino-cerebro, una comunicación bidireccional entre el sistema nervioso central y el sistema digestivo. El estrés prolongado activa de manera continuada al sistema nervioso simpático y el eje hipotalámico-hipofisario-adrenal, lo que aumenta la liberación de cortisol y otras hormonas del estrés. Esto puede provocar cambios en la motilidad intestinal, mayor permeabilidad intestinal (“intestino permeable”) y disbiosis, favoreciendo la entrada de sustancias que desencadenan inflamación en la mucosa intestinal.

Además, el estrés crónico estimula la liberación de citoquinas proinflamatorias y reduce la función de las células inmunitarias reguladoras en el intestino, exacerbando la inflamación de bajo grado. Estas respuestas pueden contribuir al desarrollo o empeoramiento de trastornos inflamatorios como el síndrome de intestino irritable (SII) o incluso enfermedades inflamatorias intestinales (EII) en personas predispuestas. Manejar el estrés con técnicas como mindfulness, ejercicio y terapia psicológica puede ayudar a mitigar estos efectos.

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Estos son solo algunos de los principales causantes de inflamación intestinal, pero existen muchos más. Ante cualquier duda o síntoma grave, te recomendamos que te pongas en manos de tu profesional médico de confianza.

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