Todos nos hemos sentido débiles y fatigados en algún momento de nuestras vidas. En situaciones de normalidad, la fatiga es una respuesta natural ante el esfuerzo físico, el esfuerzo mental, la falta de sueño y la ausencia de actividad. Esta sensación nos avisa de que hemos llevado a nuestro cuerpo a límites fisiológicos muy demandantes y que, por tanto, requerimos descanso para volver a la carga con más fuerza al día siguiente. De todas formas, si no desaparece con el descanso, la fatiga crónica puede ser señal de enfermedad.
Diversas patologías, como la anemia, el trastorno depresivo mayor, los problemas tiroideos, la hipovitaminosis y más pueden causar fatiga. Además, existe una entidad clínica que cursa con esta sensación y su causa real es desconocida. En las siguientes líneas, te contamos todo lo que debes saber sobre el síndrome de fatiga crónica y cómo diferenciarlo de la debilidad y cansancio normales.
¿Qué es el síndrome de fatiga crónica?
El síndrome de fatiga crónica, también conocido como encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica (EM/SFC), es un trastorno complicado que genera fatiga extrema con una duración de al menos 6 meses. Se trata de una enfermedad crónica, grave y de larga duración que afecta a múltiples órganos y sistemas corporales. Su definición parte de la existencia de una fatiga prolongada sin causa aparente, pero requiere el cumplimiento de unos criterios específicos para considerarse como tal.
Más allá de una sintomatología concreta, que exploraremos en líneas venideras, existen 2 criterios principales establecidos por fuentes profesionales para diferenciar el síndrome de fatiga crónica de otras entidades clínicas:
- Fatiga crónica persistente durante 6 meses mínimo. O en su defecto, fatiga intermitente, inexplicada, que se presenta con inicio definido o de nuevo y que no es resultado de esfuerzos recientes. Tampoco mejora con el descanso y ocasiona una reducción considerable de la actividad cotidiana de la persona en comparación con su estado normal.
- Se excluyen otras enfermedades como potenciales causantes de la fatiga crónica. Esto quiere decir que no es provocada por cuadros de larga duración bien definidos, como un cáncer, una falta de vitaminas, una anemia ferropénica u otros.
El síndrome de fatiga crónica suele causar una discapacidad importante, pero el grado varía entre casos. Las personas en la parte más leve del espectro pueden llegar a ser capaces de llevar una vida relativamente normal si manejan bien sus descansos y gasto de energía, mientras que los pacientes más graves a menudo terminan postrados en cama y son incapaces de cuidarse por sí solos.
Fuentes epidemiológicas estiman que el síndrome de fatiga crónica afecta a un 0,007 % – 2,8 % de la población adulta. Las cifras dependen del criterio utilizado, el segmento analizado, la zona geográfica y mucho más. De todas formas, sí se ha demostrado que la prevalencia es mucho mayor en personas entre 40 y 70 años de edad. Además, parece que la mujer se ve algo más afectada que el hombre.
Síntomas
Definir los límites del síndrome de fatiga crónica a nivel sintomático es complicado. A continuación, citamos una serie de criterios que se han establecido por fuentes profesionales ya mencionadas, pero otras organizaciones pueden tener puntos de corte algo distintos.
Para que el síndrome de fatiga crónica se considere como tal, el paciente debe experimentar al menos 4 o más de los siguientes síntomas de forma persistente, durante 6 meses o más tras la aparición de la fatiga, y de manera concurrente:
- Trastornos de concentración o memoria reciente.
- Odinofagia, un tipo de dolor que se experimenta al tragar alimentos sólidos y líquidos o incluso saliva.
- Adenopatías (inflamación de los ganglios linfáticos) cervicales o axilares y dolorosas.
- Mialgias, dolores en un músculo o un grupo de músculos.
- Poliartralgias, que son dolores presentes en 4 o más articulaciones, sin signos de inflamación.
- Cefalea (dolor de cabeza) de inicio reciente o de características diferentes a las habituales.
- Sueño no reparador.
- Malestar tras realizar esfuerzos que dura más de 24 horas.
En resumidas cuentas, el síntoma más característico del síndrome de fatiga crónica es la fatiga tras el esfuerzo asociada con numerosas molestias neurológicas, cardiovasculares, respiratorias y gastrointestinales, entre otros sistemas. Por esta razón, también se pueden presentar otros muchos signos clínicos variados, como: dolor de garganta, síndrome de intestino irritable, sudoración nocturna, escalofríos, sensibilidad alimentaria, dificultades para respirar y latidos cardíacos irregulares.
Causas del síndrome de fatiga crónica
No se conocen las causas del síndrome de fatiga crónica. Su etiología es controversial, hay distintos puntos de vista según el profesional médico consultado, y todavía no se han comprendido del todo los mecanismos que desembocan en esta condición. Puede que se deba a uno solo de los posibles desencadenantes citados en la siguiente lista o que, en su defecto, varios factores interactúen entre ellos hasta generar la sintomatología:
- Genética: cada vez más estudios respaldan la idea de que la genética tiene mucho que ver con la aparición del síndrome de fatiga crónica. Más de 14 genes y mutaciones/polimorfismos pueden estar relacionados con él.
- Infecciones: las infecciones por el virus de Epstein-Barr, el virus del herpes simple (VHS) y el parvovirus humanos podrían desembocar en este síndrome.
- Alteraciones en el sistema inmunitario: los niveles de algunos linfocitos parecen estar más alterados en los pacientes con fatiga crónica en comparación con la población normal.
- Otros factores, como traumas emocionales, problemas con el uso de energía y más.
Diagnóstico
Este síndrome se diagnostica mediante un examen exhaustivo que permita descartar cualquier posible causa subyacente. Es necesario preguntar al paciente sobre su historial clínico (y el de su familia), su condición actual y síntomas experimentados, un examen completo del estado físico y mental y una serie de analíticas bioquímicas, incluyendo orina y sangre.
Mediante un análisis de sangre y orina, se puede comenzar a descartar ciertos posibles desencadenantes, como anemia, hipotiroidismo, insuficiencia suprarrenal, infecciones sistémicas y otros. Por otro lado, la evaluación psicopatológica permite descartar trastornos de ansiedad, depresión y otros estados mentales alterados que puedan explicar la fatiga crónica. Otras pruebas accesorias recomendadas para ver que todo dentro del cuerpo está en orden son la radiografía de tórax, el electrocardiograma y la biopsia de tejidos afectados.
Sea como fuere, es necesario destacar que no existe ningún marcador analítico o morfológico que permita diagnosticar el síndrome de fatiga crónica. El diagnóstico de este síndrome se hace a través de los criterios clínicos citados y el descarte.
Tratamiento del síndrome de fatiga crónica
Como en la mayoría de las categorías ya descritas, existe controversia en lo que al tratamiento del síndrome de fatiga crónica se refiere. En primer lugar, está claro que no existe una cura concreta para acabar con el problema de raíz. El abordaje tiene como finalidad el alivio de los síntomas y la mejoría de la calidad de vida del paciente. Para lograrlo, se pueden tomar rutas tanto farmacológicas como no farmacológicas.
Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos pueden ayudar a reducir el dolor y la inflamación, en caso de que esté presente. Los antidepresivos tricíclicos pueden ayudar a manejar los problemas para dormir, el umbral del dolor y la severidad de la fatiga. Por otro lado, los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) sirven para tratar la depresión y ansiedad, cuadros que pueden venir derivados de la incapacidad para realizar actividades en los casos más severos del síndrome. Dependiendo del cuadro, también se puede recomendar el uso de corticosteroides, inmunoglobulinas y medicinas alternativas.
En el terreno no farmacológico, destacan la utilidad de la terapia cognitivo-conductual, la terapia de estimulación adaptativa y la terapia de ejercicio gradual. A la hora de tratar esta condición, es tan importante el terreno físico como el mental.
El síndrome de fatiga crónica es un trastorno complicado, poco entendido y muy difícil de gestionar. Aunque cada vez se conozca más sobre él, se requiere investigación extensa para conocer sus bases y elegir los tratamientos más adecuados.
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Aunque el síndrome de fatiga crónica no se pueda diagnosticar con una analítica de sangre, en VIVOLABS contamos con varios estudios que permiten descartar otras posibles causas de debilidad, malestar y cansancio generalizados. Desde una anemia ferropénica hasta una falta de vitaminas, nuestros perfiles de sangre te ayudarán a salir de dudas sin prescripción médica ni cita previa.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.