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Microbiota y obesidad: ¿están relacionadas?

Desde el año 1975, la obesidad se ha triplicado en el mundo. Esto se traduce en más de 1900 millones de personas con sobrepeso, de las cuales más de 650 millones son obesas. Aunque la validez de la obesidad como enfermedad es un debate amplio, está claro que se asocia a múltiples complicaciones a largo plazo: hipertensión, colesterol alto, diabetes tipo 2, derrame cerebral, cáncer y mucho más.

Conocer los mecanismos fisiopatológicos de la obesidad es esencial para poder otorgar tratamientos personalizados a las personas que los busquen. Esta condición tiene una clara base tanto genética como comportamental, pero ¿sabías que los microorganismos de tu intestino también tienen mucho que decir en su desarrollo? En las siguientes líneas, te contamos todo lo que debes saber sobre la relación entre la microbiota y la obesidad.

Microbiota, microbioma y disbiosis

Antes de entrar de lleno en la relación entre la microbiota y la obesidad, vemos de interés cimentar términos. Según diccionarios médicos, la microbiota se define como el conjunto de microorganismos que se encuentran generalmente asociados a tejidos sanos del ser humano. Este grupo de microorganismos forma un ecosistema más o menos estable y permanente, llegando a realizar ciertas funciones específicas. Aunque el término se suele asociar a bacterias, también se incluyen en él protozoos, levaduras, hongos, virus y más.

La microbiota hace referencia al conjunto de microorganismos que viven en un entorno dado. Aunque este término es excelente para describir las comunidades microbianas en nuestro organismo, cada vez se utiliza más “microbioma” en el entorno médico. El microbioma incluye a los microorganismos, pero también su información genética, productos metabólicos, condiciones del nicho ecológico, relaciones complejas y más. Dicho de forma rápida y sencilla, el concepto de microbioma cubre un espectro funcional mayor.

La microbiota y el microbioma intestinales, antes conocidos como flora intestinal, son esenciales para el correcto funcionamiento del cuerpo humano. Estas comunidades microbianas metabolizan alimentos de origen vegetal, producen vitaminas, “entrenan” a nuestro sistema inmunitario, nos protegen frente a patógenos y muchísimo más. Sin estas comunidades, la vida tal y como la conocemos sería imposible. Se estima que el intestino humano contiene hasta 200 gramos de microbiota, lo que equivale a 100 trillones de microorganismos.

Si el microbioma o la microbiota se desestabilizan, es posible experimentar un cuadro conocido como disbiosis intestinal. Este cursa con inflamación, diarrea, estreñimiento, náuseas, mal aliento y otros muchísimos signos clínicos. Esta entidad clínica continúa bajo investigación, pero cada vez se sabe más sobre ella y sus posibles efectos sobre la salud general.

La microbiota intestinal tiene múltiples funciones en nuestro cuerpo.

Microbiota y obesidad: ¿cómo se relacionan?

Ahora que ya están claros algunos términos básicos, podemos explorar a fondo la relación entre la microbiota y la obesidad. La obesidad es una enfermedad multifactorial que cursa con una acumulación excesiva de tejido adiposo. El sobrepeso (índice de masa corporal o IMC entre 25 y 30 kg/m2) o la obesidad (IMC superior a 30 kg/m2) y las comorbilidades relacionadas son causas principales de muerte en todo el mundo. Conocer los mecanismos que subyacen este estado corporal es esencial para evitar complicaciones.

El portal científico Nature y otras fuentes bibliográficas recogen posibles mecanismos de asociación entre microbiota y obesidad. Entre ellos, destacan los siguientes:

  • Proporción alta de bacterias fermentadoras de carbohidratos a nivel intestinal, lo que conlleva un aumento de las tasas de biosíntesis de ácidos grasos de cadena corta (SCFA). En última instancia, esto se traduce en una fuente adicional de energía para el humano, que al final se acaba almacenando como lípidos en el tejido graso.
  • Aumento de la permeabilidad intestinal a los lipopolisacáridos (LPS) bacterianos, elementos presentes en la membrana externa de diversas bacterias que activan al sistema inmunitario. Este evento podría agravar la inflamación y la resistencia a la insulina.
  • Incremento de la actividad del sistema endocannabinoide intestinal mediado por bacterias. Este sistema modula, a su vez, la motilidad intestinal, el retraso del vaciamiento gástrico, la inhibición de la secreción gástrica y mucho más. Un desajuste en todos estos mecanismos también podría vincularse a la obesidad.

Sabemos que todos estos términos pueden sonar complejos, pero la idea central es simple: por múltiples causas, la microbiota se puede asociar a los mecanismos de desarrollo de la obesidad y algunos de sus efectos secundarios. Muchas investigaciones sustentan esta idea.

Estudios en modelos animales

La microbiota intestinal juega un papel clave en la extracción de nutrientes de diversos alimentos. Sin ir más lejos, parte de las bacterias residentes en nuestro intestino poseen enzimas necesarias para la digestión de carbohidratos complejos de origen vegetal, como la celulosa, la hemicelulosa y la pectina. Este proceso nos otorga hasta el 10% de las calorías que necesitamos cada día.

En línea con este pensamiento, estudios con modelos animales han demostrado que, en condiciones de laboratorio, los ratones estériles (sin microbiota intestinal) tienen hasta un 40% menos de grasa corporal en comparación con aquellos que sí albergan microorganismos. Curiosamente, cuando se “trasplanta” microbiota de un ratón sano a otro estéril, este puede subir su peso hasta en un 60% en 2 semanas sin aumentar su cantidad de alimento ingerido. Dicho de forma rápida y sencilla: los microorganismos ayudan a aprovechar la energía, lo que a su vez podría promover el aumento de peso.

Esto no quiere decir que la ausencia de microbiota sea positiva. Tal y como hemos dicho en líneas previas, los microorganismos intestinales realizan múltiples funciones esenciales para la vida y prescindir de ellos es imposible. De todas formas, explorar estas asociaciones es de gran interés médico.

Estudios en el ser humano

La asociación entre la microbiota y la obesidad también se ha observado en seres humanos. Tener una biodiversidad fecal reducida, lo que a su vez es indicativo de una microbiota “poco sana”, se vincula con una mayor acumulación de grasa en el cuerpo, alteración de los niveles de lípidos en sangre, inflamación de bajo grado y desequilibrio en las concentraciones de glucosa. Estudios indican que un microbioma pobre podría ser factor de riesgo para la obesidad.

Más allá de la variedad, otras fuentes de investigación argumentan que la proporción de microorganismos también es de interés a la hora de explicar este estado corporal. Por ejemplo, en algunos grupos muestrales se ha observado que la proporción de Firmicutes a Bacteroidetes (filos bacterianos muy presentes en la microbiota) es significativamente mayor en personas obesas. Si se cambia a una dieta de baja ingesta calórica, se han observado aumentos en los recuentos de Bacteroidetes asociados con la pérdida de peso.

bacterias

Aunque todos los resultados aquí citados sean de lo más interesantes, no hay que perder de vista que nos encontramos en la “infancia” de los estudios sobre la microbiota. A día de hoy, aún quedan resultados inconclusos, datos contradictorios y muchísimo por investigar. Está claro que la microbiota y la obesidad están asociadas, pero queda mucho camino por recorrer para averiguar el cómo y el por qué.

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