Las alergias son extremadamente comunes en todo el mundo. Estas reacciones inmunitarias del organismo frente a sustancias (alérgenos) que en un principio deberían resultar inocuos se diagnostican con asiduidad y, además, parecen estar cada vez más extendidas. Se estima que hasta el 40 % de la población presenta algún tipo de reacción alérgica frente a diversas sustancias. Como podrás imaginar, los alérgenos más comunes son el polen, algunas comidas (cacahuetes, huevo, leche), la caspa de animales y las heces de insectos/ácaros, entre otros.
Existen diversos tipos de alergias, aunque a veces se confundan a nivel terminológico y compartan síntomas. En este grupo se incluyen la rinitis alérgica, las alergias alimentarias, la dermatitis, el asma alérgica y la anafilaxia. En las siguientes líneas, recogemos las características clínicas y el abordaje de una de las variantes más comunes de este cuadro tan extendido: la rinitis alérgica. ¡No dejes de leer!
¿Qué es la rinitis alérgica?
La rinitis alérgica es un trastorno que se manifiesta con la inflamación de la mucosa nasal tras la exposición a un alérgeno, es decir, una sustancia que en un principio es inocua pero que se interpreta por parte del organismo como un elemento nocivo o peligroso. Históricamente, esta condición se consideraba como una entidad clínica limitada al área nasal. De todas formas, cada vez se asienta más la idea de que forma parte de una respuesta alérgica sistémica con otras condiciones asociadas, como el asma y la dermatitis atópica. Esto se debe a que comparten una patología sistémica subyacente.
La rinitis alérgica puede ser de 2 tipos:
- Estacional: suele instaurarse en primavera, verano y/o inicios de otoño, pero es de naturaleza intermitente y no dura todo el año. Entre los alérgenos causales, destacan las esporas de ciertos hongos y el polen de plantas, árboles, céspedes y otros vegetales. El 20 % de los casos de rinitis alérgica son estacionales, tal y como indican estudios.
- Perenne: esta rinitis es de naturaleza crónica y puede presentarse durante todo el año, independientemente de la estación. Los alérgenos más comunes desencadenantes de este cuadro clínico son los ácaros del polvo, las descamaciones epidérmicas de mascotas, las esporas de hongos y los polvos en el entorno ocupacional (madera, harinas y más). El 40 % de las rinitis son perennes.
A pesar de esta clasificación, es necesario destacar que casi la mitad de las personas con rinitis presentan un cuadro con características tanto estacionales como perennes. La rinitis alérgica afecta de forma estimada al 15-30 % de la población mundial. Sin duda, es el tipo de reacción alérgica más común y, aunque no se suela considerar grave, conlleva una importante morbilidad, pérdida de productividad y costes sanitarios.
Síntomas
Los síntomas y signos clínicos de la rinitis alérgica se pueden confundir con los de un resfriado común o el inicio de una gripe. Entre los más comunes, destacamos los siguientes:
- Estornudos.
- Picazón, enrojecimiento y ojos llorosos (conjuntivitis alérgica).
- Tos.
- Nariz tapada o con moqueo continuado.
- Picor en nariz, paladar y/o garganta.
- Fatiga, en general asociada a la dificultad para conciliar el sueño.
Estas sensaciones y signos aparecen de forma inmediata tras entrar en contacto con el alérgeno en cuestión. Los desencadenantes más comunes de este cuadro son el polen (árboles, césped, ambrosía), el polvo de los excrementos de los ácaros y otros invertebrados, la caspa de las mascotas y las esporas fúngicas.
Causas de la rinitis alérgica
Las reacciones alérgicas se clasifican en 2 periodos: fase temprana y fase tardía. En la primera de las etapas, la rinitis alérgica está mediada por inmunoglobulinas (anticuerpos) de tipo Ig-E, los cuales responden ante la presencia del alérgeno inhalado y provocan inflamación en el entorno nasal. Esta respuesta inicial ocurre en un tiempo medio de 15 minutos tras la exposición al elemento.
En la fase tardía, la cual ocurre de 3 a 10 horas tras la re-exposición al alérgeno, las células inmunitarias (como los eosinófilos) secretan sustancias que aumentan la inflamación y atraen a otras células inmunitarias a la reacción, perpetuando la respuesta inflamatoria. Los síntomas de la etapa tardía pueden ser algo más severos que los de la temprana.
Aunque está claro que el desencadenante de la rinitis alérgica es el alérgeno en cuestión, existen ciertos factores de riesgo que pueden promover la aparición de la reacción a lo largo de la vida. Entre ellos, destacamos los siguientes:
- Tener historial familiar de atopia.
- Presentar otros tipos de reacciones alérgicas o asma.
- Vivir o trabajar en un entorno que cause exposición constante a alérgenos.
- Exposición al humo y otros irritantes que puedan dañar los epitelios nasales.
- Ser de sexo biológico masculino.
- Una cantidad de IgE en sangre superior a 100 UI/mL antes de los 6 años de edad.
Diagnóstico
La exploración física y la anamnesis (preguntas al paciente sobre su condición clínica e historial previo) son el primer paso para el diagnóstico de la rinitis alérgica. En primer lugar, es necesario descartar esta reacción alérgica de otras condiciones también extremadamente comunes, como un catarro o una gripe. También resulta de gran interés saber si el paciente tiene dermatitis atópica, asma u otras condiciones con bases inmunitarias. Esto puede ayudar a encaminar el diagnóstico.
Más allá de la exploración inicial, es posible que se recete una de las siguientes pruebas (o ambas):
- Prueba cutánea con punción. En este tipo de estudio, el alergólogo en cuestión dejará caer unas gotitas de los alérgenos sospechosos en el brazo y luego realizará una pequeña punción. En caso de una alergia potencial, aparecerá una pequeña roncha (habón) en el punto de infiltración del alérgeno a través del pinchazo. Aunque pueda generar algo de picor y e incomodidad, el habón desaparece por sí solo en un intervalo de 30 minutos a unas pocas horas.
- Análisis de sangre para alergias. Mediante un análisis de sangre, se puede conocer la concentración de anticuerpos IgE. En caso de que esta sea elevada, es hora de sospechar de una reacción alérgica. También se puede ejecutar la determinación de otras inmunoglobulinas o la detección de mediadores de la respuesta alérgica.
Tratamiento de la rinitis alérgica
Evitar el alérgeno en cuestión siempre es el primer paso para abordar la rinitis alérgica, sobre todo en aquellos pacientes que experimenten la variante estacional tras la exposición a ciertas plantas/vegetales. De todas formas esto no siempre es posible, sobre todo en los casos en los que los alérgenos están presente durante todo el año y en casi todos los ambientes (como los ácaros del polvo).
En caso de que la exposición al alérgeno sea inevitable, se puede recomendar el uso de diversos medicamentos. Destacamos los siguientes:
- Corticoides nasales: atomizadores nasales que permiten controlar la congestión y el moqueo nasal. Muchos de ellos son de venta libre, pero otros requieren receta médica. Estudios han demostrado que los corticoides intranasales son superiores a los antihistamínicos para reducir eficazmente la inflamación nasal y mejorar la mucosidad.
- Antihistamínicos de primera y segunda generación: ambos tipos de fármacos han mostrado su efectividad para tratar la rinitis alérgica. Actúan bloqueando la acción de la histamina, una sustancia esencial en el desarrollo de las respuestas alérgicas. Los antihistamínicos pueden provocar diversos efectos secundarios (entre los que se encuentra la somnolencia), por lo que se recomienda consultar con un médico en todos los casos.
- Descongestionantes orales: son de gran utilidad a corto plazo para aliviar los síntomas, pero no se recomienda su uso a largo plazo por sus posibles efectos secundarios.
- Inhibidores de leucotrienos: estos son medicamentos que disminuyen la inflamación al prevenir la acción de los leucotrienos, un grupo de sustancias mediadoras de la respuesta alérgica de la vía aérea. Solo se pueden conseguir con receta, pues también pueden llegar a causar efectos secundarios reseñables.
- Inmunoterapia: esta terapia busca “acostumbrar” al cuerpo a los alérgenos en cuestión. En ella, se administran pequeñas dosis del alérgeno al paciente de forma controlada a lo largo del tiempo con el objetivo de que se desarrolle una inmunidad.
La rinitis alérgica es un cuadro muy común en la población general. Aunque su sintomatología no suela ser de naturaleza grave, puede resultar incapacitante y dificultar mucho el día a día. Ante cualquiera de los síntomas citados, te recomendamos ponerte en manos de un profesional médico. Es posible controlar este cuadro si se da con los medicamentos adecuados y se toman las medidas preventivas pertinentes.
¿Rinitis o déficit de DAO?
Los síntomas más típicos de la rinitis alérgica, como la congestión nasal, también puede ser producto de una condición cada vez más conocida, el déficit de DAO. En ella, se produce una acumulación de histamina en el cuerpo por la carencia funcional de la enzima diamino-oxidasa, encargada de degradar la histamina de origen alimentario. En VIVOLABS, contamos con todas las pruebas necesarias para el diagnóstico y manejo del déficit de DAO.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.