5 ETS que no tienen cura (pero sí tratamiento)

Las enfermedades de transmisión sexual (ETS) y las infecciones de transmisión sexual (ITS) son un problema cada vez más presente tanto en la población general como en el entorno sanitario. Tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada día más de 1 millón de personas se infectan con patógenos asociados a la actividad sexual, tales como la clamidia, la sífilis, la gonorrea y la tricomoniasis. Estos cuadros son de fácil curación en la mayoría de los casos, pero su naturaleza altamente asintomática hace que sea complicado detectarlos a tiempo sin las pruebas de cribado pertinentes.

Muchas ETS e ITS se pueden tratar de forma eficaz con antibióticos, antivíricos y otros fármacos 1-2 semanas después de comenzar el régimen medicamentoso pertinente. En ocasiones, incluso, el propio sistema inmunitario del paciente es capaz de combatir la enfermedad por sí sola, como es el caso de la infección por el virus del papiloma humano (VPH). De todas formas, se recomienda asistencia médica y diagnóstica en todos los casos, especialmente en aquellas personas en las que el sistema inmunitario se pueda encontrar débil (coinfectados con VIH, niños, ancianos y pacientes con enfermedades crónicas).

Por otro lado, algunas enfermedades de transmisión sexual se consideran, a día de hoy, incurables. Aunque esta afirmación genere miedo y sorpresa a partes iguales, es importante tener en cuenta que toda infección sexual tiene tratamiento, aunque sea para mantener a raya al patógeno dentro del organismo y que la enfermedad no progrese. En las siguientes líneas, te mostramos 5 ETS que no tienen cura, pero sí tratamiento. ¡No dejes de leer!

1. Virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) no requiere casi presentación. Este lentivirus de ARN se transmite a través de la sangre de forma primaria durante el acto sexual (sobre todo anal o vaginal), aunque también se puede transmitir por vía placentaria de madre a hijo, al hacer uso de drogas intravenosas, o al realizarse una transfusión de sangre sin analizar con anterioridad. El VIH ataca a las células inmunitarias del organismo, específicamente a los linfocitos CD4, destruyéndolos con el paso del tiempo. Esto hace que el paciente se torne inmunosuprimido y mucho más susceptible a infecciones comunes, cáncer y otras enfermedades, provocando en última instancia la muerte.

Durante la infección, la información genética del VIH se integra directamente en las células del sistema inmunitario, lo que le permite esconderse en “reservorios latentes” donde no puede ser detectado ni eliminado por las barreras de protección naturales ni por los medicamentos actuales. Además, tal y como indican fuentes científicas, este virus experimenta mutaciones genéticas con una velocidad extremadamente alta, lo que dificulta mucho la creación de medicamentos efectivos. Por todos estos motivos, el VIH se considera incurable.

A día de hoy, más de 40 millones de personas han fallecido por el VIH/SIDA, pero las tasas de mortalidad se han reducido drásticamente en las últimas décadas, sobre todo en regiones de alto ingreso. Esto se debe a la terapia antirretroviral (TAR), el tratamiento de las personas infectadas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) con fármacos anti-VIH. El TAR está compuesto de una combinación de medicamentos que impiden que el virus se reproduzca (se replique), lo que reduce la concentración del VIH en el cuerpo. Aunque la infección en sí no se elimine por completo en ningún momento, el patógeno puede ser reducido a su mínima expresión, permitiendo que el paciente lleve una vida normal y sea prácticamente incapaz de infectar a otras personas. Por este motivo, los pacientes en terapia pueden llevar una vida normal y presentan una tasa de supervivencia comparable con la población general.

2. Herpes genital

El herpes genital es una infección de transmisión sexual (ITS) muy común provocada por el virus del herpes simple I(VHS-1) y el virus del herpes simple II (VHS-2). Es importante tener en cuenta que más del 90 % de los herpes genitales son provocados por el VHS-2, mientras que el VHS-1 está mucho más asociado con el herpes labial. El contacto entre genitales o de la región oral con los genitales es el principal método de transmisión de este patógeno. Es un cuadro asintomático en muchos casos, y cuando se manifiesta lo hace en forma de dolor/picazón en el área genital, pequeños bultos, úlceras o costras en la zona de entrada del virus, como la boca, el ano, la región perianal, los testículos, la vagina o el pene.

El virus del herpes simple tipo 2 (VHS-2) no es curable debido a su capacidad única de permanecer latente en el cuerpo humano después de la infección inicial. Tras el contagio, el virus viaja a través de los nervios hasta alojarse en los ganglios nerviosos, donde puede quedarse inactivo durante períodos prolongados. En este estado latente, el virus no produce síntomas y es prácticamente invisible para el sistema inmunitario, lo cual impide su eliminación completa. Por este motivo, es habitual que una persona con herpes experimente rebrotes a lo largo de su vida, incluso múltiples veces al año.

El herpes genital no tiene cura, pero sí se pueden consumir medicamentos para ayudar a que las llagas cicatricen bien, reducir la frecuencia y gravedad de los brotes, o disminuir la capacidad de transmisión del patógeno. El aciclovir, el famciclovir y el valaciclovir son los fármacos de elección para mantener a raya a este agente patógeno.

3. Virus del papiloma humano (VPH)

El término virus del papiloma humano (VPH) engloba a un grupo de más de 200 virus de ADN pertenecientes a la familia Papillomaviridae. Algunos de ellos provocan infecciones asintomáticas, otros generan verrugas corporales, otros verrugas genitales, y un número bajo de ellos se consideran de alto riesgo y presentan capacidad de fomentar la aparición de cáncer a lo largo de la vida. Los VPH-16 y VPH-18 son especialmente preocupantes, pues cerca del 90 % de los casos de cáncer cervicouterino están provocados por estos patógenos. Los VPH de alto riesgo también se asocian a cáncer faríngeo, cáncer de ano, cáncer de pene, cáncer de vagina y más.

Este elemento del listado tiene un poco de trampa: el VPH no tiene cura en sí mismo a través de medicamentos o tratamientos, pero la mayoría de las infecciones son combatidas por el sistema inmunitario del paciente de forma eficaz. Más del 70 % de las infecciones desaparecen por sí solas en 1 año, y el 90 % de ellas lo hacen de manera espontánea en 2 años. Inicialmente en la infección, las células inmunitarias como los macrófagos y células dendríticas reconocen las células infectadas en la piel o mucosas y presentan fragmentos del virus a los linfocitos T. Esto activa una respuesta específica en la que los linfocitos T citotóxicos destruyen las células infectadas, mientras que los linfocitos B producen anticuerpos contra las proteínas virales, ayudando a neutralizar el virus y prevenir nuevas infecciones.

Por desgracia, en un 5-10 % de los escenarios el organismo no puede combatir al virus por sí solo, y las infecciones de VPH de alto riesgo sin eliminar pueden favorecer la aparición de ciertos tipos de cáncer a largo plazo. La infección en sí no se puede tratar, pero sí es posible eliminar las lesiones precancerosas antes de que se transformen en cáncer mediante crioterapia, terapia con láser y más.

4. Hepatitis B

La hepatitis B es una enfermedad infecciosa provocada por el virus de la hepatitis B (VHB). El VHB suele provocar una infección aguda con una duración de menos de 6 meses que no se considera grave, la cual se cura por sí sola gracias a la acción inmunitaria del paciente. En adultos, el 5 % de los casos de hepatitis B se pueden tornar crónicos y duraderos, mientras que en la infancia temprana y en personas con infecciones simultáneas y problemas severos de salud, la hepatitis se cronifica hasta en un 95 % de los casos. La hepatitis B crónica aumenta el riesgo de cuadros como cirrosis y cáncer de hígado.

La hepatitis B (VHB) no tiene cura en sí misma porque el virus puede integrarse en el ADN de las células del hígado, creando una forma persistente e invisible para el sistema inmunológico y los tratamientos actuales. De todas formas, como en el caso del VIH, muchos medicamentos antivirales ayudan a combatir el virus y frenan su capacidad de dañar el hígado, lo que impide la progresión de la enfermedad. De todas formas, la mayoría de personas con una hepatitis B crónica requieren tratamiento vitalicio.

5. HTLV (Virus Linfotrópico Humano tipo I y II)

El HTLV (virus linfotrópico humano tipo I y II) es un retrovirus que infecta células del sistema inmunitario, particularmente los linfocitos T. Existen dos tipos principales: HTLV-I y HTLV-II. La mayoría de las personas infectadas no presentan síntomas durante su vida, pero en una minoría de casos, especialmente con HTLV-I, puede provocar enfermedades graves como la leucemia/linfoma de células T del adulto (ATL) o una condición neurológica llamada paraparesia espástica tropical (TSP/HAM), que causa debilidad progresiva en las piernas, espasticidad y problemas de vejiga. El virus se transmite por contacto con sangre infectada, relaciones sexuales sin protección o de madre a hijo, especialmente a través de la lactancia materna.

El HTLV no tiene cura ni tratamiento específico debido a que, como otros retrovirus, puede integrarse en el ADN de las células infectadas, lo que permite que permanezca de forma latente y se replique silenciosamente. A diferencia del VIH, no existen terapias antivirales que logren controlar su replicación de forma efectiva ni eliminar los reservorios virales. Además, como muchas personas infectadas son asintomáticas, el virus puede pasar desapercibido durante años, dificultando tanto la detección temprana como la investigación para el desarrollo de tratamientos dirigidos.

Para frenar la progresión del HTLV y prevenir sus complicaciones, es fundamental el diagnóstico temprano y la vigilancia médica regular. Las personas infectadas deben evitar donar sangre, usar preservativos para reducir la transmisión sexual y, en el caso de madres portadoras, evitar la lactancia materna. En los casos en que se desarrollan enfermedades asociadas, como la leucemia o la TSP/HAM, se utilizan tratamientos sintomáticos o inmunosupresores (como corticosteroides o interferón) para controlar los síntomas, aunque no detienen la infección viral en sí. La prevención y el control del contagio siguen siendo las principales estrategias frente a este virus.

Compra tu prueba de diagnóstico de ETS

En VIVOLABS, ponemos a tu disposición múltiples análisis y estudios para la detección de hasta 16 ETS de forma rápida y sencilla por PCR ultrasensible. Resultados en 4 días hábiles, máxima discreción y comodidad. ¡Consúltanos sin compromiso!

Otros artículos relacionados

Deja aquí tu comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *