A medida que se instauran el frío y las lluvias, las gripes, los catarros y otras condiciones de las vías respiratorias se vuelven un tema de conversación recurrente. No es para menos, pues cada año más de 1000 millones de personas padecen un cuadro de gripe estacional, de las cuales entre 3 y 5 millones terminan en situación de gravedad. El resfriado común tampoco se queda corto, pues los adultos se contagian de 2 a 6 veces al año y es el causante del 40 % de los absentismos laborales. Sin duda, estas infecciones víricas modelan nuestro estilo de vida y dinámicas durante los meses más fríos del año.
Más allá de los procesos catarrales habituales, la infección por COVID-19 nos ha enseñado que, en algunos casos, la invasión de las vías respiratorias puede tornarse grave si no se toman las medidas preventivas adecuadas. En las siguientes líneas, recogemos las características epidemiológicas y sintomatología de la gripe A, una patología que muestra claros repuntes cada ciertos años.
¿Qué es la gripe A?
En primer lugar, es necesario cimentar la etiología de este cuadro clínico. El Influenzavirus A es un género de virus de la familia Orthomyxoviridae causante de la gripe episódica en humanos, por todos conocida. Los virus de la influenza A se clasifican en subtipos, según las propiedades de sus proteínas de superficie (HA y NA). Hay 18 subtipos de HA diferentes y 11 subtipos de NA, por lo que los subtipos de influenza A se nombran combinando los números H y N.
La gripe A es causada por el Influenzavirus A subtipo H1N1. Este agente patógeno afecta de forma habitual a los cerdos de todo el mundo, y por ello se conoce también como gripe porcina. De todas formas, el virus H1N1 ha mutado a lo largo de la historia en diversos subtipos, a su vez causantes de la gripe española, la gripe aviar y la gripe bovina, entre otros cuadros. La gripe española requiere especial mención, pues infectó aproximadamente a 500 millones de personas en todo el mundo y provocó la muerte de 50 a 100 millones (hasta el 5 % de la población mundial), tal y como indican fuentes epidemiológicas.
Esta enfermedad afecta primariamente a las vías respiratorias superiores. Los cuadros leves causan pocos cambios en los tejidos y mucosas de esta área, pero los más graves muestran signos patológicos compatibles con neumonía. Además, es posible que en personas inmunocomprometidas o débiles se produzca una coinfección con bacterias (Streptococcus pyogenes, Staphylococcus aureus y más), lo que complica mucho el pronóstico.
¿Cuáles son los síntomas de la gripe A?
El periodo de incubación de la gripe A oscila entre 1 y 4 días, con una media de 48 horas. Los síntomas de este cuadro clínico son similares a los de una gripe común, si bien se suelen registrar como algo más evidentes. Entre los más destacables, se encuentran los siguientes:
- Fiebre muy alta, superior a 38° C, que puede subir más.
- Dolor de cabeza.
- Dolor de garganta.
- Tos intensa y muy frecuente.
- Congestión nasal.
- Escalofríos.
- Fatiga.
- Falta de apetito y otros síntomas digestivos, como náuseas, vómitos y dolor abdominal.
- Dificultad para respirar.
- Dolor articular.
Las presentaciones clínicas de la gripe A varían desde un cuadro gripal leve hasta una manifestación muy grave (y en casos extremos la muerte). El pronóstico del paciente depende de varios factores, como edad, comorbilidades, estado de vacunación, inmunidad natural y mucho más. Si no se trata adecuadamente o se producen otras infecciones a la vez, es posible presentar complicaciones como sinusitis, neumonía o laringitis obstructiva.
En los cuadros más leves, la sintomatología se presenta durante 3-7 días, aunque el malestar se puede experimentar incluso por 2 semanas. La enfermedad suele ser autolimitada y se cura por sí sola, pero en ciertos escenarios se puede requerir hospitalización.
Causas de la enfermedad
La gripe es muy contagiosa y se transmite de persona a persona a través de las gotículas emitidas al hablar, toser o estornudar. El virus ingresa en el cuerpo al respirar estas gotículas infectadas o, en su defecto, al tocar superficies con agentes víricos y tocarse los ojos, la boca o las fosas nasales. A pesar de conocerse en muchas regiones como “gripe porcina”, no es posible contagiarse al consumir carne de cerdo.
Diagnóstico de la gripe A
El diagnóstico de la gripe suele realizarse a partir de la sintomatología en el centro ambulatorio. De todas formas, y para confirmar la enfermedad específica por gripe A, pueden ser necesarios estudios hematológicos, microbiológicos, bioquímicos y/o radiológicos. Por ejemplo, mediante la obtención de una muestra de secreción del aparato respiratorio entre los primeros 4 a 5 días de aparecida la enfermedad, se puede utilizar la PCR para detectar el material genético del virus y tipificar el cuadro.
También existen test rápidos de antígenos para la detección simultánea de gripe A y COVID-19, si bien la PCR suele ser la opción definitiva a seguir. De todas formas, en los casos leves, no suele recurrirse a ninguna metodología para el diagnóstico. El tratamiento es muy similar para la mayoría de los cuadros gripales y la diferenciación no siempre es necesaria.
¿Cómo es el tratamiento de esta gripe?
La mayoría de personas sanas infectadas con la gripe A no requieren un tratamiento especial. En general, se recomienda:
- Descanso abundante.
- Beber mucho líquido.
- Adoptar una dieta ligera durante el curso de la enfermedad.
- Quedarse en casa para evitar el contagio a otras personas.
- Consumir Paracetamol u otros fármacos de venta libre, con el fin de reducir la sintomatología.
Si el paciente presenta una enfermedad respiratoria previa o un estado de salud general débil, puede requerirse la administración de fármacos antivirales. Si el tratamiento se inicia dentro de los dos días de la aparición de los síntomas, se puede reducir la fiebre, disminuir la severidad de los signos clínicos y bajar el tiempo de infección por alrededor de 1 día. Estos medicamentos también reducen la posibilidad de presentar complicaciones, como la sinusitis, la otitis o los problemas respiratorios. De todas formas, se requiere prescripción médica en todos los casos para su administración.
Como prevenir la gripe A
La mejor prevención para la gripe A es la vacunación. La vacuna frente a este agente patógeno produce anticuerpos que protegen al usuario solo 10 días después de su inoculación, lo que atestigua su eficacia. De todas formas, puede estar contraindicada en personas que hayan experimentado una reacción previa a la vacuna convencional de la gripe.
Más allá de la vacuna, existen ciertas medidas que se pueden tomar para no contagiarse de esta enfermedad, o en su defecto, para no propagarla estando infectado:
- Cubrirse con un pañuelo (o el hombro) al toser o estornudar.
- Lavarse las manos asiduamente con agua y jabón.
- Evitar tocarse boca, ojos o nariz en sitios públicos.
- Mantenerse en casa si se está enfermo.
- Guardar una distancia prudencial con personas enfermas.
- En los picos epidemiológicos, evitar compartir tenedores, platos y otros utensilios.
La gripe A es una enfermedad de naturaleza viral que ha causado muchos problemas en la sociedad humana en las últimas décadas. Aunque la vacunación ha salvado miles de vidas, sigue siendo necesario mantener las medidas higiénicas básicas para evitar el contagio de patógenos como este, sobre todo en pandemias y picos epidemiológicos.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.