Los humanos somos animales sociales. Nacemos en un estado completamente inmaduro y requerimos de nuestro entorno para formarnos, tanto física como mentalmente. Por nuestra naturaleza y psicología necesitamos estar rodeados de personas para sentirnos bien, lo reconozcamos o no, al menos durante una parte del día. Tal y como indican estudios, la mayoría de nosotros pasamos un 80-90% de nuestro tiempo activo comunicándonos con otras personas, ya sea por vía digital, en el trabajo con los compañeros o en casa con el núcleo familiar.
Con este conocimiento en la mano, es fácil llegar a la conclusión de que el aislamiento, en cualquiera de sus formas, puede afectar de forma grave al bienestar. En las siguientes líneas, te contamos qué es la soledad y cómo se relaciona con la falta de salud.
¿Qué es la soledad?
La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define la soledad como la “carencia voluntaria o involuntaria de compañía” o el “pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo”. Esta sensación puede tener múltiples causas, desde la propia elección del individuo hasta una enfermedad contagiosa, pasando por la discriminación social, la pérdida de un ser querido, diversos trastornos mentales y una infinidad de situaciones personales.
Aunque este sentimiento se asocie en general a un claro malestar y tristeza, hay que reconocer que en su justa medida también puede tener efectos positivos. La soledad elegida fomenta la libertad de elección y la creatividad, además de permitir el crecimiento propio sin un input externo. De todas formas, en su forma prolongada, el aislamiento se considera malo en todos los casos.
También hay que realizar una clara distinción entre “estar solo” y “sentirse solo”. Una persona puede experimentar esta sensación en un núcleo social rodeado de actividad y personas o, en su defecto, estar tranquila sin salir de su casa en 5 días. Una cosa es clara: si alguien manifiesta que se siente en soledad, lo está, independientemente del contexto. Esta experiencia es subjetiva y el límite lo pone cada uno.
Estudios epidemiológicos han estimado que hasta el 10,5% de la población se siente sola, sobre todo aquellas personas del género femenino, sin pareja y sin un núcleo familiar directo. El prospecto general y las cifras empeoran con la edad, pues más de 1/3 de los adultos de 45 años o más experimentan este sentimiento. Además, una fracción importante del estrato geriátrico (hasta 1/4) se encuentra en aislamiento social pleno. Estas cifras ejemplifican que, sin duda, la soledad es un problema muy relevante en nuestra sociedad.
¿Cómo se relacionan la soledad y la salud?
La salud está condicionada por factores intrínsecos (fallos orgánicos, predisposición genética, envejecimiento) y extrínsecos (el entorno físico y social). Ambos bloques interaccionan de forma conjunta, creando relaciones anómalas y bidireccionales que pueden conducir a una enfermedad. En muchos casos, las patologías son multifactoriales y se explican tanto por la predisposición propia como por el ambiente, sobre todo si hablamos de psicología.
Para vincular la relación entre la soledad y la salud, comenzamos citando un estudio. Según esta investigación llevada a cabo en la revista PLOS MEDICINE, con 148 líneas de estudio y más de 300 000 participantes, hay hasta un 50% más de probabilidad de supervivencia para los participantes con relaciones sociales más sólidas. Vamos más allá, pues el aislamiento se ha vinculado a una reducción de vida de hasta 15 años, algo comparable con la obesidad o ser fumador.
La soledad tiene muchos efectos sobre el organismo, entre los que destacamos los siguientes:
- Altera la función de las células que forman parte del cuerpo.
- Aumenta la resistencia vascular, es decir, la dificultad que oponen los vasos sanguíneos ante el paso de la sangre.
- Incrementa la actividad simpático-adrenérgica, lo que produce también cambios en procesos inflamatorios, el sistema inmunitario y el aparato neuromuscular.
Más allá de la proclividad a desarrollar trastornos mentales (como la depresión o la ansiedad crónica), la soledad puede tener un papel en el proceso de aparición de malestar fisiológico. Exploramos algunas de las patologías que se asocian a ello en las siguientes líneas.
1. Demencia
La demencia es un término genérico que se emplea para referirse a una alteración de la capacidad para recordar, pensar y tomar decisiones. La enfermedad de Alzheimer representa el 60-70 % de los casos totales y más de 50 millones de personas viven con este grupo patológico en el mundo. Sorprendentemente, tal y como indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), la soledad aumenta el riesgo de padecer demencia hasta en un 50 %. Además, este sentimiento también se ha asociado a menor tamaño cerebral y una peor realización de funciones (planear, recordar y seguir instrucciones, entre otras).
2. Accidente cerebrovascular (ACV)
El accidente cerebrovascular, mejor conocido como derrame en la población general, sucede cuando el flujo de sangre a una parte del cerebro se detiene. Esto puede ocurrir por el bloqueo de un vaso sanguíneo que va al órgano (ACV isquémico) o por la ruptura de un vaso sanguíneo dentro del propio cerebro (ACV hemorrágico). La soledad aumenta el riesgo de padecer esta enfermedad hasta en un 32%.
3. Enfermedad del corazón
En este grupo se encuentran diversas patologías y manifestaciones clínicas, como la enfermedad de las arterias coronarias (EAC), los latidos cardiacos irregulares (arritmias), los problemas en la musculatura cardiaca y los desajustes en sus válvulas. El sentimiento de soledad y el aislamiento aumenta el riesgo de padecer este grupo patológico en un 29%.
4. Otros problemas de salud asociados
La soledad también se ha asociado a nivel científico a un mayor riesgo de padecer diversas enfermedades tanto físicas como mentales. Más allá de las patologías citadas, también hay que tener en cuenta que este estado emocional guarda cierto vínculo con la obesidad, la supresión del sistema inmunitario, ansiedad, depresión, declive cognitivo y, en general, muerte por diversas causas.
Como ves, son muchos los problemas de salud que pueden derivar de la soledad y el aislamiento. Con toda esta información en la mano, la conclusión es clara: ante cualquier sentimiento negativo prolongado en el tiempo, lo más adecuado es recurrir a un profesional, ya sea médico o psiquiátrico. A menudo, sentirse solo es un producto de una situación desfavorable que se puede revertir con la atención necesaria. Si estás mal, no dudes en pedir ayuda.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.