El verano ha llegado a España, y con él, las temperaturas extremas. El calor es un tópico cada vez más presente en la población global. Tal y como indican fuentes científicas, la temperatura media de la Tierra ha aumentado aproximadamente 1.2 grados Celsius desde la época preindustrial (1850-1900). Las olas de calor y las lluvias torrenciales son cada vez más frecuentes y agresivas, lo cual pone a prueba los mecanismos de regulación humanos más de lo que nos gustaría. Esto es especialmente peligroso en personas inmunodeprimidas, niños, ancianos y otros sectores poblacionales vulnerables.
En momentos de calor extremo, es esencial tener conocimiento práctico sobre qué hacer para evitar el estrés térmico (beber agua fría, resguardarse a la sombra, evitar salir de casa durante las horas más cálidas del día y más). Además, conviene conocer las bases fisiológicas y los mecanismos de disipación de calor para comprender mejor a qué se deben los síntomas previos a un golpe de calor y cómo evitar su progresión. En las siguientes líneas, te damos respuesta a una pregunta que en un principio puede parecer obvia, pero que encierra un gran interés a nivel tanto divulgativo como médico: ¿por qué sudamos tanto en verano?
El sudor y sus fundamentos
El término sudoración o transpiración hace referencia a la liberación de un líquido salado por parte de las glándulas sudoríparas del cuerpo. El ser humano nace con aproximadamente 2,4 millones de glándulas sudoríparas, las cuales comienzan a volverse totalmente activas durante la pubertad. El sistema nervioso autónomo, específicamente la rama simpática, es la encargada de controlar la sudoración. Este sistema regula funciones corporales involuntarias como la frecuencia cardíaca, la digestión y, en este caso, la producción de sudor para regular la temperatura corporal.
Esta respuesta fisiológica se produce, principalmente, ante la presencia de calor (tanto interno como externo). Tiene el objetivo de refrescar el cuerpo mediante la evaporación del agua de la piel. El hipotálamo, una área del cerebro que controla la temperatura del cuerpo, el hambre y la sed, es capaz de detectar los cambios en la temperatura interna del organismo. Como respuesta, esta estructura tan importante comunica la activación de las glándulas sudoríparas mediante los nervios colinérgicos simpáticos, favoreciendo así el inicio de la sudoración. El sudor se evapora de la piel, enfriando así el organismo y bajando la temperatura interna.
El sudor está compuesto por agua en un 99 %. El resto de sus componentes son otras sustancias como sales (principalmente cloruro de sodio), minerales, y sustancias orgánicas como lactato, glucosa, amoníaco, urea, y ácido úrocánico. Debido a su constitución, la sudoración excesiva se asocia a un par de eventos: la deshidratación y el desequilibrio electrolítico. Por ello, el organismo utiliza este mecanismo para disipar todo el calor que pueda, pero sin excederse (a menos que sea imperante), con el fin de evitar problemas fisiológicos y desbalances inmediatos.
¿Cuánta sudoración es normal?
Si bien no existe una cantidad “normal” de sudoración (ya que esta depende de la actividad deportiva, el sexo, la edad y más), se considera que excretar una cantidad de sudor de unos 500 mililitros a 1 litro al día es algo natural. Ante actividad física intensa, se puede llegar a producir una tasa de sudoración de 1 a 3 litros por hora, aunque no es recomendable que esta tasa se mantenga a lo largo del tiempo. Atletas de élite ante actividad física muy demandante y prolongada, pueden llegar a sudar hasta 10 litros por día, en algunos casos incluso más de 12 litros. En estos casos extremos, se requieren una hidratación continua y un reemplazo electrolítico constante.
Algunos de los factores que pueden promover una sudoración excesiva son los siguientes:
- Actividad física de alto nivel.
- Temperatura alta y humedad alta.
- Diferencias individuales (tamaño corporal, habituación al ejercicio, sexo biológico, edad y más).
- Condiciones médicas previas, como hiperhidrosis, concentración baja de glucosa en sangre, enfermedades tiroideas y más.
¿Por qué sudamos tanto en verano?
Después de este preludio, llega la respuesta a este evento fisiológico: ¿por qué sudamos tanto en verano? Tras toda la información expuesta, es fácil llegar a la conclusión de que la transpiración se produce debido a las temperaturas extremas a las que nos exponemos durante los meses más calurosos del año. La sudoración se activa cuando la temperatura interna del cuerpo supera los 37 °C (98.6 °F), algo bastante sencillo de lograr cuando el entorno alcanza los 38 – 40 °C.
Además, la humedad favorece que sudemos aún más: el aire seco permite que la transpiración se produzca de forma más rápida, pero cuando hay una humedad relativa ambiental muy alta (cercana al 100 %), el aire ya está saturado de vapor de agua, lo que dificulta que el sudor se evapore. Esto hace que el sudor permanezca en la piel, lo que puede hacer que el cuerpo no se enfríe eficientemente y necesite producir aún más sudor. Por este motivo, los ambientes muy calurosos y húmedos son los que mayor tasa de transpiración corporal provocan.
Más allá del mero aumento de la temperatura ambiental, existen otras explicaciones del aumento de sudoración en verano. Durante esta época del año, los seres humanos salimos más fuera de casa y, en general, realizamos mayor actividad física (ya sea por turismo, deporte en la playa, u otras actividades). El movimiento y el esfuerzo también generan sudoración.
¿Cómo evitar una sudoración excesiva en verano?
Ya tenemos la respuesta a por qué sudamos tanto en verano: ahora queda descubrir cómo evitarlo. En el siguiente listado, te brindamos algunas recomendaciones para que este evento fisiológico no se vuelva en tu contra, a pesar de las temperaturas extremas:
- Mantente en ambientes frescos: usa ventiladores o aire acondicionado si puedes, o busca espacios con sombra y buena ventilación. Evitar la exposición prolongada al calor es la forma más directa de reducir el sudor.
- Usa ropa ligera y transpirable: elige tejidos como algodón, lino o materiales técnicos transpirables. Evita ropa ajustada o sintética (como poliéster), que atrapa el calor y dificulta la evaporación del sudor.
- Dúchate con agua templada, no caliente: el agua muy caliente puede activar aún más las glándulas sudoríparas. Una ducha tibia o fresca ayuda a bajar la temperatura corporal sin activar el reflejo de sudoración.
- Hidrátate bien: beber agua no evita directamente el sudor, pero ayuda a regular la temperatura interna del cuerpo. Si estás bien hidratado, tu cuerpo necesita sudar menos para enfriarse.
- Evita hacer ejercicio en las horas de más calor: entre las 12 h y las 17 h la temperatura ambiente suele ser más alta. Moverte durante ese tiempo genera calor interno extra, y el cuerpo responde con más sudoración.
- Reduce café, alcohol y picante: estas sustancias estimulan el sistema nervioso o el metabolismo, lo que puede activar las glándulas sudoríparas. Mejor consumirlas con moderación en días calurosos.
- Aplica antitranspirantes, no solo desodorantes: los antitranspirantes (especialmente los que contienen sales de aluminio) ayudan a reducir la producción de sudor, especialmente en axilas, manos o pies.
- Gestiona el estrés: el sudor no siempre es por calor. La ansiedad y el nerviosismo activan el llamado “sudor emocional”, que suele aparecer en manos, cara o axilas. Técnicas como la respiración consciente o el mindfulness pueden ayudar.
- Come ligero: las comidas copiosas aumentan el trabajo del sistema digestivo y, con ello, la temperatura corporal. En verano es preferible optar por comidas frescas, con frutas, verduras y alimentos fáciles de digerir.
Con estas recomendaciones en mente, la sudoración en verano se reduce al mínimo. Ante cualquier duda o condición médica previa que fomente la deshidratación o se magnifique ante el calor, te recomendamos consultar con tu médico. A la hora de evitar un golpe de calor, siempre es mejor prevenir que curar.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.