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Estrés, ansiedad y problemas digestivos

El estrés, la ansiedad y los problemas digestivos van de la mano. En una sociedad cada vez más estimulante y de avance rápido, es difícil mantenerse siempre tranquilo y evitar las preocupaciones. Muchos órganos y sistemas de nuestro cuerpo notan los efectos del estrés prolongado, pero el gastrointestinal es uno de los que lo manifiesta con signos de lo más evidentes.

Según fuentes estadísticas, en los últimos años hasta el 74% de la población mundial se ha sentido alguna vez en una situación de estrés tan fuerte como para verse superada o incapaz de gestionarlo. Vamos más allá, pues 1/3 de las personas experimentan un trastorno relacionado con la ansiedad en algún momento de su vida. En las siguientes líneas, te contamos cuáles son los problemas digestivos que más se asocian a este estado emocional alterado.

Estrés, ansiedad y trastornos asociados

El estrés es una respuesta fisiológica normal presente en todos los seres vivos. Se trata de una reacción adaptativa en la que entran en juego múltiples sistemas de defensa con una finalidad clara: abordar una situación que resulta amenazante o difícil de gestionar. Diversos estímulos pueden desencadenar los mecanismos del estrés, desde un ruido fuerte hasta una sensación desagradable en el ámbito emocional.

En este punto, cabe destacar que existen 2 tipos principales de estrés:

  • Agudo: es a corto plazo y desaparece con rapidez. Todas las personas tienen este sentimiento alguna vez como respuesta natural a un estímulo negativo.
  • Crónico: este tipo de estrés se sostiene en el tiempo y no se considera normal. Dura semanas o meses y responde a problemas prolongados, como situaciones monetarias difíciles o problemas relacionales.

En su variante crónica, el estrés conlleva ansiedad, tristeza y otros sentimientos negativos. Incluso, la reacción de alerta se puede mantener en el tiempo sin que exista un estresor claro. Algunos trastornos asociados a este estado son el trastorno de ansiedad generalizado (TAG), el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y el trastorno de pánico.

Este estado de alerta constante afecta, a largo plazo, a casi todos los órganos y sistemas del cuerpo. El estrés crónico se asocia a diarrea, estreñimiento, mala memoria, dolores frecuentes, pérdida/aumento de peso, problemas sexuales y mucho más. A continuación, te mostramos cómo se relacionan el estrés, la ansiedad y los varios problemas digestivos.

El 42% de los españoles padecen estrés de forma continuada

Estrés, ansiedad y problemas gastrointestinales.

Los problemas digestivos y la ansiedad

El cerebro y el entorno digestivo están en comunicación constante. Tal y como indican estudios, se pueden hallar más neuronas en este sistema que en toda la médula espinal. El sistema nervioso entérico (SNE) es una subdivisión del sistema nervioso autónomo que se encarga de modular la actividad del aparato digestivo de forma directa, favoreciendo la absorción de nutrientes, controlando la secreción de ácido gástrico, modificando el flujo sanguíneo a nivel local y determinando los patrones de movimiento intestinal, entre otras muchas cosas.

Cuando se experimentan situaciones de estrés, el organismo libera hormonas y neurotransmisores que nos preparan para una reacción de lucha o huida, siempre con el fin de maximizar los recursos corporales para hacer frente a la amenaza. Una de las hormonas que más se asocian al estrés es el cortisol, con múltiples funciones: metabolismo de hidratos de carbono, proteínas y grasas, supresión del sistema inmunitario, incremento en los niveles de glucosa en sangre y más.

La digestión y la absorción de alimentos se ven alteradas con la liberación de cortisol. Algunos de los efectos principales del estrés sobre el aparato digestivo son los siguientes:

  • Espasmos esofágicos: son contracciones dolorosas de la musculatura esofágica. Pueden generar dolor opresivo en el pecho, dificultad para tragar, sensación de que algo ha quedado atorado en la garganta y regurgitación.
  • Acidez estomacal: este vínculo aún no está del todo claro, pero la ansiedad podría propiciar la producción de ácido a nivel estomacal. Esto provocaría síntomas que, a su vez, generan más preocupación en el paciente.
  • Náuseas: las náuseas y los vómitos son síntomas muy comunes de los cuadros con estrés muy elevado, sobre todo durante los ataques de pánico o los peores momentos durante un trastorno de ansiedad generalizado (TAG).
  • Diarrea o estreñimiento: las situaciones estresantes prolongadas pueden favorecer la disbiosis, es decir, un desbalance en el equilibrio microbiano presente en los intestinos. Esto desemboca en diarrea en muchos casos. Los movimientos peristálticos del intestino se ven reducidos en este estado emocional, lo que también puede favorecer la aparición de estreñimiento.

En los casos más severos, el estrés puede reducir el flujo de sangre y oxígeno al sistema digestivo. Esto deriva en síntomas como dolor abdominal, hinchazón e inflamación. Aunque no sea el agente causal de enfermedades gastrointestinales ya caracterizadas, este estado emocional también exacerba síntomas derivados del síndrome del intestino irritable (SII), enfermedad de Crohn, enfermedad por reflujo gastroesofágico y más.

El estrés crónico se puede manifestar de muchas formas.

El estrés, la ansiedad y los problemas digestivos van de la mano en muchísimos casos. Aunque la fisiopatología de la mayoría de enfermedades aquí citadas no se haya caracterizado del todo, se sabe que la ansiedad y otros estados emocionales pueden favorecer la aparición de síntomas o aumentar su gravedad.

Estas líneas no buscan aumentar la preocupación del lector. El objetivo es mostrar que, más allá de los pensamientos, el estrés y la ansiedad pueden afectar a múltiples órganos y sistemas a largo plazo. Estar “mal” no es una costumbre. Si crees que puedes padecer estrés crónico, no dudes en buscar ayuda profesional.

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