Los metales pesados son un grupo de elementos químicos que se diferencian de otros, principalmente, por su densidad alta. Algunos ejemplos en esta categoría son el mercurio (Hg), el cadmio (Cd), el arsénico (As), el cromo (Cr), el talio (Tl), y el plomo (Pb). Cabe destacar que estos compuestos forman parte de la corteza terrestre de forma natural y no pueden ser degradados o destruidos. No obstante, la acumulación de algunos de ellos en el entorno puede provocar serios problemas medioambientales.
Al igual que ocurre en los ecosistemas, si se acumulan metales pesados en el cuerpo humano también se pueden experimentar diversos síntomas y problemas de salud a corto y largo plazo. En las siguientes líneas, recogemos toda la información esencial sobre la intoxicación por metales pesados, incluyendo causas, síntomas y tratamiento.
¿Qué es la intoxicación por metales pesados?
Ciertos metales pesados son esenciales en pequeñas cantidades para que el cuerpo pueda realizar funciones a nivel celular. Tal y como indican estudios, algunos de ellos son cobalto (Co), cobre (Cu), cromo (Cr), hierro (Fe), manganeso (Mn), molibdeno (Mo), níquel (Ni), selenio (Se) y zinc (Zn). Hay otros metales pesados que no son necesarios para la vida humana y se consideran potencialmente tóxicos en todos los casos, como arsénico (As), cadmio (Cd), plomo (Pb) y mercurio (Hg).
La intoxicación por metales pesados ocurre debido al efecto tóxico de ciertos metales pesados, en dosis y formas concretas, al entrar en contacto con los seres vivos. La toxicidad de cada compuesto puede variar ampliamente, aunque algunos de los mecanismos más comunes por los cuales son capaces de causar daño en el organismo son los siguientes:
- Pueden interactuar con ciertas proteinas del cuerpo, generando un complejo metal-proteina que causa su inactivación.
- Afectación directa y daño a orgánulos celulares, como mitocondrias, lisosomas o microtúbulos.
- Inhibición enzimática de proteínas con grupos SH- [formados por un átomo de azufre (S) y un átomo de hidrógeno (H)].
- Pueden causar daño al ADN, alteración de la reparación del ADN, apoptosis celular o carcinogénesis.
Aunque esta terminología suene compleja, la idea central es simple: algunos metales pesados son capaces de “imitar” a elementos naturales presentes en nuestro cuerpo, se unen a receptores u ocupan espacios que no deberían, y trastocan así las funciones metabólicas naturales. Por esta razón, pueden causar patología aguda si se produce una exposición a altas dosis en un tiempo reducido, o enfermedad crónica si se acumulan a concentraciones bajas a lo largo del tiempo.
Los metales pesados que más comúnmente se tienen en cuenta cuando se habla de intoxicación son el plomo, el mercurio, el arsénico, el cadmio y el cromo. De todas formas, algunos pueden cobrar más protagonismo que otros según la localización geográfica, las condiciones socioeconómicas, los desastres industriales ocurridos y mucho más.
Síntomas de la intoxicación por metales pesados
Los signos clínicos experimentados tras la intoxicación por metales pesados son muy variables y dependen de factores como el peso, el sexo biológico, la edad y la genética del paciente. También hay que tener en cuenta la ruta de exposición (como veremos en líneas venideras), la concentración y el tipo de metal, y mucho más.
De todas formas, hay síntomas que se consideran comunes en este tipo de cuadros de manera general. Destacamos los siguientes:
- Diarrea.
- Náuseas.
- Vómitos.
- Malestar abdominal.
- Problemas para respirar.
- Hormigueos.
- Escalofríos.
- Debilidad muscular.
- Cambios en el comportamiento.
- Problemas para recordar cosas y falta de lucidez.
- Arritmias cardiacas.
Estos son los signos que se suelen experimentar ante intoxicaciones agudas. En el caso de que el metal pesado se acumule lentamente y de forma crónica en el organismo, es más común sentir dolor de cabeza, cansancio continuo, debilidad, dolor muscular y articular, y estreñimiento. Especialmente en niños, la intoxicación puede resultar en retraso en el crecimiento, problemas cognitivos permanentes y más.
Causas de este cuadro clínico
Los metales pesados pueden entrar en el cuerpo de varias formas. Cuando uno de estos elementos se libera al aire, al agua o al suelo, puede ser absorbido por plantas y cultivos, consumido por el ganado y los peces y, finalmente, ser ingerido por los humanos de forma involuntaria al cerrar la cadena alimenticia. También es posible respirarlos directamente del entorno si se liberan en grandes cantidades, sobre todo en el entorno ocupacional. Incluso, algunos metales pueden llegar a provocar efectos tóxicos solo al entrar en contacto físico con ellos.
Algunos de los factores de riesgo que facilitan la exposición a metales pesados son los siguientes:
- Trabajar en factoría o industria que maneje metales pesados.
- Comer frutas y verduras que porten insecticidas, herbicidas y pesticidas ilegales o que no cumplen requisitos sanitarios.
- Ingerir pescados que provienen de aguas contaminadas (por ejemplo, ecosistemas con altos niveles de mercurio).
- Inhalación directa de pintura con plomo y otros elementos para arreglos en el hogar.
- Consumo de agua contaminada por metales pesados presentes en tuberías.
- Uso de medicinas herbales y otros “medicamentos” que contienen metales pesados en su composición.
Más allá de todas estas vías citadas, es necesario dejar claro que la intoxicación por metales pesados se considera rara en la población general, sobre todo en regiones de alto ingreso en las que las infraestructuras sanitarias y alimentarias son seguras.
Diagnóstico de la intoxicación por metales pesados
Este cuadro clínico puede ser difícil de diagnosticar, pues muchos de los síntomas experimentados se confunden con otras enfermedades. Por esta razón, la realización de preguntas al paciente (dónde trabaja, qué ha comido en las últimas horas/semanas, etc) es esencial.
Una vez se sospecha de una intoxicación por metales pesados, se suele recomendar una prueba diagnóstica en sangre. Para ello, se realiza una extracción simple sanguínea del paciente de una vena de un brazo usando una aguja pequeña. Aunque el proceso puede ser algo molesto, no suele demorarse por más de 5 minutos. Es muy importante no consumir mariscos antes de este estudio (por su contenido en mercurio) en las horas previas y retrasarlo incluso más si se han hecho pruebas previas con contraste (como gadolinio u otros).
En ciertos casos se requiere el análisis de otros tipos de muestras, como orina, uñas, pelo y otros tejidos. También pueden ser necesarios estudios de diagnóstico por imagen, como la radiografía abdominal, con el fin de encontrar elementos extraños dentro del cuerpo que puedan estar liberando metales pesados. Los hemogramas pueden detectar anemias, problemas en los riñones, daños en el hígado y otros trastornos derivados de la intoxicación, así que también son de gran utilidad.
Tratamiento
El primer paso para tratar la intoxicación por metales pesados es retirar el elemento contaminante del entorno del paciente (agua, comida, rutina laboral, etc). De estar presente, el metal pesado puede eliminarse rápidamente del cuerpo mediante lavado gástrico, carbón activado y descontaminación de la piel (dependiendo de su vía de entrada).
La terapia con quelantes, o terapia de quelación, es un abordaje específico para este tipo de intoxicación. Los agentes quelantes son sustancias que forman complejos con los iones de los metales pesados, uniéndose a ellos y facilitando así su excreción por parte del organismo.
Este tratamiento se utiliza comúnmente para el envenenamiento por plomo, la sobredosis de hierro y otras intoxicaciones por metales pesados, tal y como indican fuentes médicas. Los beneficios de la quelación superan los efectos secundarios en la mayoría de los casos y previene la insuficiencia renal aguda, pero también puede provocar ciertas respuestas nocivas en el organismo. La investigación y la búsqueda de otras alternativas continúa.
La intoxicación por metales pesados se puede tratar, pero en los casos más graves este cuadro genera daños irreversibles en los órganos. Por esta razón, el foco debe estar siempre en la prevención. No hay que esperar a tener síntomas para eliminar cualquier fuente de metales pesados de la rutina.
Si trabajas en un entorno industrial, lleva mascarilla y equipamiento seguros que impidan el contacto directo/la inhalación. Adquiere tus alimentos siempre en entornos seguros y avalados por normas internacionales. Si todo esto falla y aun así sufres una exposición a metales pesados, no dudes en acudir a tu centro médico de confianza cuanto antes. Un abordaje a tiempo puede prevenir efectos secundarios irreparables.
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Redactor de contenidos y divulgador científico en grupo VIVO.
Redactor científico con más de 3 años de experiencia en divulgación en diversos portales web. Graduado en biología, con máster en zoología y especializado en biología sanitaria.