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Las 10 enfermedades crónicas más comunes

La enfermedad se define como cualquier estado en el que haya un deterioro de la salud del organismo humano. Aunque al pensar en patología solemos recurrir a infecciones víricas o bacterianas, la realidad es que las condiciones no transmisibles dominan el terreno médico. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 74 % de las muertes globales se producen por enfermedades que no se contagian, como los cánceres, los problemas respiratorios crónicos, la diabetes y más.

Algunas de las enfermedades no transmisibles son agudas y de duración corta si se tratan con los medicamentos y terapias adecuadas. Por otro lado, existen diversas condiciones que solo se pueden abordar aliviando los síntomas y evitando la progresión, pues no existe una cura clara para ellas. En las siguientes líneas, te mostramos cuáles son las enfermedades crónicas más comunes.

Enfermedades crónicas: definición y ejemplos

Las enfermedades crónicas son condiciones de larga duración y, por lo general, de progresión lenta. No existe una cifra consenso para delimitar esta definición, pero por lo general se considera crónico un cuadro que tiene una duración mayor de 3-6 meses, de alta prevalencia y no curable. Según estudios epidemiológicos, hasta el 57 % de la población adulta en regiones de alto ingreso tiene más de una enfermedad crónica, por lo que este conjunto patológico supone un verdadero desafío tanto a nivel clínico como social.

Las enfermedades crónicas son mucho más comunes en la vejez y hasta el 80 % de las personas tienen al menos una de estas condiciones a partir de los 65 años. En las siguientes líneas, te mostramos los 10 ejemplos de patologías crónicas y sus cifras epidemiológicas.

1. Hipertensión

Según la National Council of Aging (NCOA), la hipertensión es la enfermedad crónica más común en adultos, afectando al 58 % de este grupo poblacional. Esta condición se diagnostica cuando el valor máximo de la presión arterial es igual o supera los 140 mmHg y el valor mínimo es igual a 90 mmHg o superior. Más de 1280 millones de personas en todo el mundo son hipertensas, pero de media la mitad no lo saben.

Hay 2 tipos de hipertensión: primaria, sin una causa identificable clara, y secundaria debida a una infección subyacente. Existen muchos factores de riesgo para el desarrollo de hipertensión primaria, entre los que destacan la edad avanzada, los antecedentes familiares, la obesidad, la falta de ejercicio, el tabaquismo y más. Es necesario tratar esta condición crónica, pues aumenta las probabilidades de sufrir accidentes cerebrovasculares, ataques al corazón, insuficiencia cardíaca o problemas renales, entre otras complicaciones.

2. Colesterol alto

Un 5-20 % de la población tiene niveles de colesterol total en sangre por encima de 240-250 mg/dl. Esta condición crónica es asintomática por sí sola, lo que dificulta mucho su diagnóstico a menos que se realicen análisis de sangre rutinarios (al menos una vez al año). Hay diversas enfermedades que pueden favorecer la hipercolesterolemia, como la diabetes, la enfermedad renal crónica, la infección por VIH, el hipotiroidismo o el lupus.

El estilo de vida y los hábitos también condicionan el diagnóstico del colesterol alto. La inactividad física, el sedentarismo, la obesidad y una dieta desbalanceada son algunos de los factores desencadenantes más reseñables. La hipercolesterolemia puede provocar una acumulación de depósitos en las paredes de las arterias, cuadro conocido como aterosclerosis. Estos depósitos reducen el flujo sanguíneo y fomentan los problemas cardiovasculares serios.

3. Artritis

La artritis es una de las enfermedades crónicas más comunes y 1 de cada 4 adultos tienen un diagnóstico de esta condición u otra similar de naturaleza reumática. La artritis se define como la inflamación y degeneración de una o más articulaciones, principalmente de su cartílago. Este proceso puede ser consecuencia de un trastorno autoinmunitario, una fractura ósea, el desgaste articular por el paso del tiempo o la formación de cristales. Cabe destacar que existen más de 100 tipos de artritis y no todos se manifiestan igual.

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4. Cardiopatía isquémica

La cardiopatía isquémica o enfermedad coronaria tiene lugar cuando las arterias que suministran sangre al corazón se estrechan u obstruyen, lo que desemboca en una reducción del flujo sanguíneo al miocardio y un desequilibrio en el aporte de oxígeno. Esta condición está estrechamente ligada a la ateroesclerosis y la hipercolesterolemia ya nombrados, aunque puede tener otros muchos desencadenantes, como las embolias o la arteritis.

Entre los factores de riesgo para la cardiopatía isquémica, destacan la edad avanzada, ser hombre, tener antecedentes familiares de la condición antes de los 50 años de edad, la hipercolesterolemia, la diabetes y llevar hábitos de vida poco saludables. Puede desarrollarse poco a poco o de forma repentina.

5. Diabetes

La diabetes mellitus tipo 2 es una de las enfermedades crónicas más comunes en todo el mundo. En esta condición, el páncreas no produce suficiente insulina y las células no responden de forma adecuada a ella, por lo que no pueden utilizar la glucosa (un tipo de azúcar) presente en sangre para convertirlo en energía. Así, los niveles de azúcar en sangre se alteran de forma permanente. La incidencia de esta condición es de 8 casos por cada 1000 habitantes/año.

Los signos y síntomas de esta condición se desarrollan de forma lenta e incluyen aumento de sed, micción frecuente, más hambre de lo normal, fatiga, visión borrosa, infecciones frecuentes, hormigueo de manos y pies y más. La alimentación saludable y hacer ejercicio de forma regular son esenciales para controlar el cuadro diabético, pero también se puede optar por el consumo de ciertos medicamentos si los niveles objetivo no se alcanzan con cambios en los hábitos.

6. Enfermedad renal crónica

La enfermedad renal crónica es el daño progresivo y la pérdida de la función de los riñones con el paso del tiempo. Esto puede desembocar en una acumulación peligrosa de líquidos, electrolitos y sustancias de desecho en el cuerpo. La diabetes y la hipertensión son los dos desencadenantes más comunes de esta condición, aunque también puede aparecer por trastornos autoinmunitarios, defectos del nacimiento, lesiones renales, cálculos renales, problemas arteriales en la región renal, el consumo de ciertos medicamentos y más.

Esta condición es de progreso lento y los signos y síntomas se manifiestan con el paso del tiempo. La retención de líquidos, la anemia, la debilidad ósea, la menor respuesta inmunitaria y el daño al sistema nervioso central son algunas de las complicaciones más claras de la enfermedad renal crónica. Aunque no sea muy conocida a nivel divulgativo, este trastorno afecta a más del 10 % de la población mundial, lo que resulta en más de 800 millones de personas.

7. Insuficiencia cardiaca (IC)

La insuficiencia cardiaca es la incapacidad del corazón para bombear sangre en los volúmenes adecuados y satisfacer las necesidades corporales. Esta condición puede tener como desencadenantes otras patologías del corazón, entre las que se encuentra la cardiopatía isquémica, pero ambos términos no son intercambiables. Dicho de otro modo, no todas las insuficiencias están causadas por cardiopatía.

La insuficiencia cardiaca se puede clasificar según el grado de gravedad del cuadro, el lado del corazón afectado y mucho más. La tasa estimada de personas afectadas oscila entre 3 y 20 casos por cada 1000 habitantes y, por desgracia, la mortalidad a un año del diagnóstico se calcula en un 35-45 %.

8. Depresión

No hay que olvidar que muchas enfermedades crónicas son de una naturaleza más psiquiátrica que anatómica. Según estudios, la probabilidad de desarrollar un trastorno depresivo mayor a lo largo de la vida oscila un 13,2 %. Se considera que el cuadro depresivo es de naturaleza crónica cuando se cumplen los criterios necesarios de manera continuada durante un periodo de al menos 2 años.

En este punto, recordamos que la depresión es la principal causa mundial de discapacidad. Además, del 2 al 15 % de los pacientes con un trastorno depresivo mayor terminan quitándose la vida. Con estas cifras, queremos ejemplificar que la depresión debe tomarse en serio y ante cualquier estado mental alterado sostenido en el tiempo se requiere atención psicológica urgente.

9. Enfermedad de Alzheimer y otras formas de demencia

El término demencia no hace referencia a una enfermedad específica, sino más bien a una alteración en la capacidad de recordar, pensar, tomar decisiones y más. En general, se conoce como demencia a una pérdida de la función cerebral que ocurre como consecuencia de diversas patologías. La enfermedad de Alzheimer es la causa más común de demencia, pero también hay que tener en cuenta otras variantes como la demencia vascular, la frontotemporal o la mixta.

Una persona es diagnosticada con demencia en cualquier parte del mundo cada 3 segundos. Además, debido a una población cada vez más envejecida, su prevalencia ha aumentado en más de un 140 % en las últimas décadas. La mayoría de los tipos de demencia no tienen cura, pero es posible paliar sus síntomas con los medicamentos y terapia adecuados.

10. Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC)

Esta es la última de las enfermedades crónicas de nuestra lista y afecta al 11 % de las personas mayores de 65 años. La EPOC hace referencia a un grupo de patologías que causan obstrucción de la circulación de aire y provocan problemas relacionados con el proceso respiratorio. El enfisema y la bronquitis crónica son las 2 afecciones más comúnmente asociadas con la enfermedad pulmonar obstructiva crónica.

Esta patología es de naturaleza crónica y empeora con el tiempo, pero se puede tratar. En países de alto ingreso su causa principal es el tabaquismo, así que dejar de fumar es el primer paso para aliviar la sintomatología en casi todos los casos. Los medicamentos, como los broncodilatadores y los esteroides inhalables, también pueden ayudar a mejorar el estado de salud del paciente.

¿Qué es el síndrome del corazón roto?

Existen muchas enfermedades crónicas, pero estas son algunas de las más comunes, sobre todo en la población envejecida. Tenerlas en cuenta es esencial para comenzar su prevención cuanto antes, pues muchas de ellas se pueden evitar con el estilo de vida adecuado y chequeos de salud preventivos.

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