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¿Qué son los probióticos?

La microbiota intestinal, también conocida como flora intestinal, es esencial para el bienestar. El conjunto de microorganismos (bacterias, hongos y otros) que habitan en nuestro tubo digestivo realiza muchas funciones claves en nuestro día a día: obtienen energía de alimentos de origen vegetal, trabajan con nuestro sistema inmunitario para combatir infecciones y, en resumen, nos ayudan a mantener el bienestar general.

El desequilibrio de la microbiota intestinal, conocido como disbiosis, se asocia a múltiples trastornos: tendencia al sobrepeso, fatiga, depresión, síndromes gastrointestinales, ansiedad, enfermedades inflamatorias y mucho más. En las siguientes líneas, te contamos qué son los probióticos y cómo se relacionan con la microbiota y la disbiosis.

Probióticos: definición y requisitos

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los probióticos son microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped, en este caso el ser humano. Los suplementos y los alimentos que los contienen son productos con probióticos, pero no probióticos en sí. Aunque se utilicen ambos términos de forma intercambiable con fines divulgativos, el probiótico es el microorganismo en sí, y no el compuesto que lo contiene.

Para que un microorganismo se considere probiótico, debe cumplir una serie de requisitos. Destacamos los siguientes:

  • Está identificado correctamente: esto quiere decir que el microorganismo debe estar caracterizado a nivel de género, especie e incluso cepa. Los métodos de clasificación se deben llevar a cabo con estudios genéticos inequívocos.
  • Carece de factores de virulencia: dicho de forma rápida y sencilla, el microorganismo no debe suponer un problema para el humano en ningún caso. Si es capaz de crear infección en momentos concretos o produce sustancias potencialmente dañinas, se descarta. Este parámetro reduce mucho los posibles candidatos a probióticos, pues diversas bacterias son “buenas” en muchos escenarios, pero capaces de crecer de más y ser dañinas cuando hay problemas fisiológicos (por ejemplo, inmunosupresión).
  • Está testado científicamente: antes de ponerlo a disposición del público, se debe demostrar el beneficio del probiótico tanto in vivo como in vitro. Esto quiere decir que hay que probar y confirmar su eficacia en humanos como última parte del proceso de validación.
  • Es tolerante: el microorganismo tiene que aguantar las condiciones fisiológicas del tubo digestivo en situaciones de normalidad. Dicho de otro modo, debe ser capaz de formar parte de la microbiota, aunque sea de forma transitoria.
  • Que haya cantidad suficiente: esto no depende tanto del microorganismo, sino del producto que lo contiene. La cantidad de unidades formadoras de colonias tiene que ser suficiente en cada dosis para que ejerza el efecto deseado.
  • Viabilidad en el producto incorporado: si el microorganismo probiótico se introduce en un yogur o kéfir, tiene que aguantar viable durante su incorporación, procesado, almacenaje y consumo.

Diversos microorganismos se encuentran en el grupo de los probióticos. Los más comunes son bacterias que pertenecen a los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium. Hay otros muchos ejemplos, como Saccharomyces boulardii y Bacillus coagulans.

Un ejemplo de una bacteria intestinal.

¿Qué beneficios tienen los probióticos?

El objetivo de los probióticos es mantener o mejorar las poblaciones de bacterias “buenas” residentes en el intestino. Dicho de otro modo, su consumo está direccionado a corregir o evitar una disbiosis intestinal. De todas formas, para que hagan el efecto deseado, deben consumirse de forma regular y estar adecuados a las necesidades del usuario. Por eso, siempre se recomienda su administración solo bajo supervisión de un profesional en la salud.

En la siguiente lista citamos algunos de los posibles beneficios de los probióticos sobre la salud, pero siempre hay que tener en cuenta que nos queda mucho por conocer sobre ellos a nivel científico:

  1. Ayudan a balancear las comunidades bacterianas en el tubo digestivo, lo que previene la disbiosis.
  2. Pueden prevenir y servir como apoyo accesorio en el tratamiento de las diarreas infecciosas. Cuando se toman antibióticos, muchas comunidades bacterianas naturales del intestino se ven dañadas. Los probióticos son capaces de ocupar el espacio vacío y restaurar el equilibrio.
  3. Podrían reducir los síntomas y la intensidad de algunas patologías en el entorno intestinal, como el síndrome del intestino irritable (SII), la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), los efectos de la intolerancia a la lactosa y otras condiciones que cursan con la inflamación de la mucosa intestinal.

Las investigaciones científicas apuntan a otros muchos beneficios de los probióticos: por ejemplo, podrían ayudar a disminuir el colesterol y prevenir algunos procesos alérgicos, asma, dermatitis atópica y mucho más. Estos microorganismos son capaces de reportarnos muchísimos beneficios, pero se requieren aún más estudios sobre sus beneficios y riesgos antes de poder recomendarlos para paliar ciertas enfermedades.

¿Tienen riesgos?

En general, los probióticos se consideran seguros. De todas formas, se sabe que en algunos casos contados pueden generar reacciones adversas capaces de tornarse graves. Por ejemplo, es posible que el microorganismo en cuestión cause una infección en el usuario si tiene un sistema inmunitario deprimido, si ha pasado por un procedimiento quirúrgico reciente o si padece una enfermedad crítica. En los cuadros más extremos, existe la posibilidad de que las bacterias ingresen a la sangre (bacteriemia) y tenga lugar una reacción severa (septicemia).

Por todos estos motivos, se recomienda que toda persona consuma probióticos bajo la atenta atención de un profesional en salud. Solo él podrá valorar si es seguro en cada caso según el estado del usuario al momento de recetarlos.

Algunos alimentos con probióticos

A modo de cierre de este espacio, recogemos algunos alimentos ricos en probióticos:

  • Yogures.
  • Chucrut.
  • Sopa de miso.
  • Quesos blandos.
  • Kéfir.
  • Kombucha.
  • Kimchi.
  • Pan de masa fermentada.
  • Leche acidófila.
  • Tempeh.

Todos estos alimentos funcionales contienen probióticos de forma natural, pues han seguido procesos de fermentación previos con bacterias que se consideran beneficiosas para el ser humano. De todas formas, también se pueden encontrar variantes en el mercado enriquecidas específicamente para favorecer el bienestar de la microbiota intestinal.

Además, cabe destacar que existen suplementos que contienen probióticos en forma de pastillas que se pueden tragar. Es necesario elegirlos con cautela, ya que deben tener la composición, concentración y supervivencia adecuadas para surtir efecto.

Los probióticos son una opción excelente para mantener la microbiota intestinal dentro de unos límites normales y sana. De todas formas, se requiere abundante conocimiento científico para afirmar algunas de sus propiedades en el 100% de los casos. Aunque su uso sea fiable y seguro, lo mejor es que siempre vengan recomendados por un profesional.

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