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Tipos de trastornos de la conducta alimentaria (TCA)

Los trastornos de la conducta alimentaria, abreviados como TCAs, son un conjunto de patologías caracterizado por alteraciones en las conductas relacionadas con la ingesta de alimentos. Se estima que este grupo de condiciones afectan al 9% de la población mundial y se engloban entre las enfermedades mentales más letales, solo superadas por la adicción y sobredosis de opioides. Tal y como indica la Asociación Nacional de Anorexia Nerviosa y Trastornos Asociados (ANAD), los TCAs son causantes directos de 10 200 muertes anuales, lo que equivale a 1 fallecimiento cada 52 minutos.

Conocer los tipos de trastornos de la conducta alimentaria y aprender a detectar sus signos tempranos es esencial, tanto para quienes los parecen como para familiares y seres queridos de los afectados. Si se detecta a tiempo cualquier tipo de patología, sea psiquiátrica o fisiológica, el pronóstico mejora de forma considerable. En las siguientes líneas, exploramos las entidades clínicas que representan a los TCAs.

1. Anorexia nerviosa

La anorexia nerviosa es el TCA más famoso y estudiado. Se caracteriza por la restricción de la ingesta alimentaria, lo que desemboca en una pérdida de peso importante. Sus características principales son:

  • Tener un peso extremadamente bajo para la edad, el sexo y otros factores en comparación con la población general.
  • Un miedo intenso ante el pensamiento de ganar de peso.
  • Una imagen distorsionada del cuerpo, lo que incluye la negación del claro infrapeso.
  • Comportamientos compensatorios persistentes para evitar ganar peso.
  • Clara preocupación con respecto a la comida y el peso.

Se estima que la prevalencia de la anorexia a lo largo de la vida para mujeres es del 4%, y para hombres del 0,3%. El peso extremadamente bajo puede conllevar muchos efectos secundarios graves para la salud, como recuentos anormales de células sanguíneas, ausencia de menstruación, deshidratación, erosión dental, ritmo cardiaco irregular, presión arterial baja, mareos, desmayos, fatiga y mucho más. Es uno de los trastornos mentales más peligrosos y hasta el 20% de las personas que la padecen fallecen en los próximos 20 años tras su aparición.

Si la persona que experimenta esta condición corre peligro, se puede plantear la hospitalización como medida de tratamiento. Los programas residenciales o diurnos también son una opción si no se requiere estancia permanente en el hospital. La psicoterapia es esencial para abordar este trastorno de la conducta alimentaria y, para algunas personas, los antidepresivos y otros medicamentos pueden ser de ayuda.

2. Bulimia nerviosa

Este es otro de los tipos de trastornos de la conducta alimentaria más comunes. La bulimia nerviosa o bulimia a secas se caracteriza por episodios repetidos de ingesta de comida (atracones) seguidos de una serie de conductas dirigidas a eliminar el exceso de calorías consumidas. Sus parámetros característicos son los siguientes:

  • Comer cantidades sustanciales de alimento en poco tiempo.
  • Pérdida de control durante los atracones.
  • Atracones seguidos de conductas compensatorias o de purga para prevenir la subida de peso. Esto incluye vómitos, consumo de diuréticos/laxantes, restricción alimentaria posterior y exceso de ejercicio.
  • Miedo a ganar de peso, a pesar de encontrarse dentro de los límites considerados “normales”.

La bulimia puede afectar hasta al 3% de las mujeres y a más del 1% de los hombres a lo largo de su vida. Entre sus posibles complicaciones, destacan la deshidratación, los problemas cardiacos, las caries severas, las enfermedades de las encías, los periodos ausentes/irregulares, los problemas digestivos, la ansiedad/depresión, el abuso de alcohol y drogas e incluso el suicidio. Según estudios, puede causar la muerte hasta al 3,9% de las personas afectadas.

El tratamiento es similar al ya citado para la anorexia nerviosa. La psicoterapia es esencial, aunque ciertos fármacos también pueden ayudar a aliviar la sintomatología. El único medicamento aceptado por la Food and Drug Administration (FDA) para el tratamiento de la bulimia es la fluoxetina (Prozac), el cual está indicado como complemento a la psicoterapia para la reducción de los atracones y las purgas.

3. Trastorno por atracones

El trastorno por atracones es el TCA más común en la población general. Casi todas las personas consumen alimentos “de más” en algún momento de su vida, pero en este caso se come de manera excesiva con una clara sensación de pérdida de control. Sus signos principales son los siguientes:

  • Comer cantidades sustanciales de alimento en un intervalo temporal corto.
  • Pérdida de control durante el atracón.
  • Sensación de culpabilidad tras el atracón.
  • A diferencia de la bulimia nerviosa, aquí no hay conductas compensatorias o de purga.

El trastorno por atracones suele comenzar en la adolescencia y podría afectar hasta al 2,6% de la población a lo largo de su vida (1/3 varones y 2/3 mujeres). Puede cursar con efectos derivados como mala calidad de vida, funcionamiento laboral deficiente, aislamiento social, obesidad y patologías derivadas de un aumento excesivo de peso, como diabetes tipo 2, enfermedad cardíaca, enfermedad por reflujo gastroesofágico (ERGE) y más.

Más allá de la psicoterapia, recomendada para tratar todo TCA, en este caso puede ser de utilidad la lisdexanfetamina. Este medicamento se emplea para el déficit de atención con hiperactividad (TDAH), pero también para abordar el trastorno por atracones farmacológicamente.

4. Trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos

El trastorno por evitación/restricción de la ingesta de alimentos es un TCA en el que las personas afectadas comen muy poco y/o tratan de evitar ciertos alimentos. Sus características principales son las siguientes:

  • A menudo conduce a la pérdida de peso.
  • Puede tener su origen en una experiencia negativa con alimentos, como un atragantamiento.
  • Puede causar problemas nutricionales potencialmente letales.
  • Entre sus causas se encuentran el desinterés general por comer o el intenso rechazo a ciertos sabores, texturas, colores u olores.

A diferencia de otros TCAs, este es mucho más común en la infancia, sobre todo durante los 7 primeros años de vida. Según estudios, su prevalencia podría llegar al 3,2% de la población infantil. La terapia cognitivo-conductual es muy útil para el tratamiento de esta condición, pues ayuda a las personas que padecen este trastorno a identificar sus conductas destructivas y, en última instancia, cambiarlas.

El peso por debajo de lo normal es una de las características comunes de los TCAS.

5. Pica

La pica es uno de los tipos de trastornos de la conducta alimentaria menos conocidos por la población general. Este TCA se caracteriza por comer con regularidad cosas que no son alimentos, como tierra, pelo, pintura y mucho más. Sus criterios principales son:

  • Comer sustancia sin nutrientes durante al menos 1 mes.
  • Patrón alimentario anormal para la etapa de desarrollo de la persona.
  • El consumo de elementos no nutritivos no se asocia a prácticas culturales consideradas normales en el contexto de la persona.
  • La acción de comer alimentos no nutritivos solo debe considerarse pica si es peligrosa y requiere una investigación o tratamiento médico adicional en aquellas personas que ya tienen una condición preexistente.

Las personas con autismo, esquizofrenia y otros patrones no neurotípicos pueden llegar a tener conductas de pica. En estos casos no hablamos de un TCA, pues este síntoma entra dentro del espectro del trastorno. Las técnicas para la modificación conductual pueden ser útiles a la hora de abordar la pica, pero en muchos casos hay que tener en cuenta posibles déficits nutricionales (y solventarlos) para poner fin a la fuente del problema.

6. Trastorno por rumiación

El trastorno por rumiación es uno de los tipos de trastornos de la conducta alimentaria más nuevos en lo que a definición y caracterización se refiere. En este caso, se produce la regurgitación de la comida tras ingerirla, pero no se induce el vómito (se escupe después de masticar o al poco de tragarlos). Sus características principales son:

  • Regurgitación repetida de comida durante al menos 1 mes.
  • La regurgitación no se debe a una condición médica preexistente (como un problema esofágico o gastrointestinal).
  • El cuadro no ocurre de forma exclusiva dentro de otro TCA ya diagnosticado, como la anorexia o la bulimia.

Estudios estiman que este TCA podría afectar hasta al 3,1% de la población y frecuentemente se asocia a otros trastornos mentales, como la ansiedad o la depresión. Si no se trata, este síndrome puede causar daños en el esófago, además de problemas de autoestima, aislamiento social e infrapeso. Además de la terapia del comportamiento, se pueden recetar inhibidores de la bomba de protones, como el omeprazol, para aliviar los potenciales daños fisiológicos.

Otros tipos de trastornos de la conducta alimentaria

Ya hemos cubierto los TCAs más conocidos y mejor caracterizados, pero aún quedan algunos elementos por tratar que se consideran más “atípicos” desde un punto de vista diagnóstico. De forma somera, los ejemplificamos en la siguiente lista:

  • Trastorno por purga: se caracteriza por las conductas de purga que también engloban a la bulimia, como tomar laxantes, vomitar o hacer demasiado ejercicio. De todas formas, en este caso no hay un atracón previo que “compensar”.
  • Síndrome del comedor nocturno: se caracteriza por un consumo excesivo de alimento, especialmente después de levantarse. Se suele asociar con problemas para conciliar el sueño.
  • Anorexia nerviosa atípica: se manifiesta de forma muy similar a la anorexia al uso, pero en este caso el peso de la persona afectada está dentro de los límites “normales”.
  • Ortorexia: consiste en la obsesión patológica e irracional por comer sano, es decir, por la comida “biológicamente pura”.

Existen diversos TCAs y, aunque algunos tengan un pronóstico peor que otros, todos requieren atención médica psiquiátrica y/o farmacológica. Si te has visto reflejado en estas líneas, no dudes en buscar ayuda. Todos los trastornos mentales se pueden abordar con el apoyo de familiares, amigos y profesionales.

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