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Vacuna preventiva contra el VIH: ¿es una realidad?

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es un lentivirus que causa la infección por VIH. Esta patología cursa en 3 etapas si no se detecta y trata a tiempo: aguda, crónica y síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). El SIDA es un cuadro marcado por una inmunosupresión grave que cuenta con una esperanza de vida media de 2 años sin el abordaje clínico adecuado. Más allá de definiciones técnicas, este virus se caracteriza por haber causado dolor, muerte, temor y estigmatización a partes iguales en la población desde su descubrimiento.

Hasta hoy, el VIH se ha cobrado más de 40 millones de vidas. Aunque la terapia antirretroviral (TAR) permita a las personas VIH-positivas tener una esperanza de vida prácticamente equiparable a la de la población general, hasta el 25% de los afectados no tienen acceso a ella, sobre todo si se centra la atención en las regiones de bajo ingreso. En las siguientes líneas, exponemos el estado de investigación de la vacuna preventiva contra el VIH y cómo puede ayudar a frenar su expansión.

¿Existe una vacuna preventiva contra el VIH?

A pesar de 4 décadas de investigación, a día de hoy no existe una vacuna disponible para el público que permita abordar la infección frente al VIH. Hay varios factores que dificultan la obtención de una vacuna ante este agente patógeno, entre los que se encuentran los siguientes.

1. El VIH es más variable que otros virus

Los epítopos, también conocidos como determinantes antigénicos, son compuestos que el sistema inmunitario reconoce para adherirse a ellos. Así se forma el complejo antígeno-anticuerpo y el organismo sabe a qué bacterias o virus atacar y qué otras células forman parte de la estructura normal. Los epítopos de la envoltura viral del VIH son más variables que los de otros virus, por lo que caracterizarlos para el desarrollo de una vacuna eficaz se complica.

2. Tasas de mutación rápidas

El virus del VIH es altamente mutable. Fuentes científicas señalan que el VIH muta en el orden de 10-4 a 10-5 mutaciones/par de bases/ciclo, lo que es entre 10 000 y 100 000 veces más rápido que el ADN genómico de los organismos vivos eucariotas (seres con más de una célula, como los humanos). Debido a esto, el VIH es capaz de responder al sistema inmunitario del huésped y saltarse los mecanismos de protección tanto humorales como celulares. Diseñar una vacuna para un patógeno que se adapta tan rápido a las adversidades es, cuanto menos, complicado.

3. Es difícil experimentar con el virus

Según portales profesionales, hoy en día no hay modelos animales que permitan estudiar el VIH en condiciones similares a las de una infección en humanos. Lo que más se han acercado los investigadores a ello ha sido creando un híbrido del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y el virus de la inmunodeficiencia en simios (VIS) que pueda usarse para infectar monos y, por consiguiente, evaluar posibles tratamientos y agentes preventivos.

4. El mecanismo de acción del virus pone en jaque al sistema inmunitario

Cuando el VIH entra en el cuerpo, ataca y destruye a los linfocitos CD4 (parte del sistema inmunitario) mientras se replica y se expande. Si no se recibe el tratamiento adecuado, la inmunidad del huésped se resiente y el conteo de linfocitos CD4 empieza a disminuir. Se considera que una infección por VIH evoluciona a SIDA cuando el número de linfocitos CD4 es menor de 200 células por milímetro cúbico de sangre.

Debido a este mecanismo infeccioso, la oportunidad de una respuesta inducida por la vacuna para prevenir la infección o controlar la infección inicial limitada es de corta duración. Se trata de un proceso contrarreloj muy difícil de afinar de forma segura.

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¿Cuál es el estado de la vacuna preventiva contra el VIH?

A pesar de todas las adversidades citadas, hay grandes progresos en lo que a la vacuna preventiva contra el VIH se refiere. Antes de conocer en qué punto estamos como sociedad en este ámbito, se deben conocer las fases generales para el desarrollo de una vacuna:

  1. Preclínica: en este punto, se llevan a cabo estudios sobre modelos para probar la eficacia de la vacuna. Se suelen emplear cultivos celulares, tejidos y animales, generalmente ratones de laboratorio y/o monos. Aquí se testea la seguridad de la vacuna propuesta y la capacidad de generar una respuesta inmunitaria por parte del huésped.
  2. Fase I: este estadio comienza el inicio de la investigación en seres humanos. En general, se emplea una base menor de 100 adultos con el fin de evaluar la seguridad y los efectos biológicos de la vacuna a corto plazo. Aquí se pueden modular las dosis inoculadas y el método de administración, entre otras cosas. La etapa preclínica en combinación con la fase I puede durar de 1 a 10 años (o más).
  3. Fase II: si se demuestra segura y eficaz, la vacuna en cuestión pasa a fase II, que suele durar 2-3 años. El grupo de humanos participantes se amplía de forma considerable (200-500 en general) con el fin de monitorizar la seguridad de la vacuna y la validez de los ensayos. Además de población sana, en este grupo muestral también se pueden incluir personas de un sexo-edad específicos o con enfermedades previas. Se pone a prueba la capacidad inmunógena de la vacuna, además de la dosis propuesta y el método de administración.
  4. Fase III: este estadio es crítico para entender si la vacuna es verdaderamente apta para ponerla a disposición de la población. El estudio es multicéntrico e involucra a decenas de miles de humanos voluntarios. Además, aquí se seleccionan subgrupos aleatorios que reciben la vacuna y otros a los que se les administra un placebo no funcional. La mayoría de los investigadores no saben qué grupos son placebo y se analiza a lo largo del tiempo la respuesta de cada participante, es decir, si se infecta con la enfermedad que se está buscando combatir o no. Este es el paso anterior a la aprobación de la vacuna y dura de 2 a 4 años.
  5. Fase IV: una vez se ha aprobado la vacuna, se deben seguir realizando estudios para ver cómo funciona en el “mundo real”. Se sigue valorando su eficacia y los posibles efectos adversos.

Con todo este conocimiento en mente, es mucho más fácil entender la siguiente oración: la vacuna preventiva contra el VIH se encuentra en fase III. Múltiples centros clínicos en América del Norte, América del Sur y Europa trabajan de forma conjunta para acabar con esta enfermedad de transmisión sexual.

El proyecto MOSAICO

Tal y como indica el National Institute of Allergy and Infectious Diseases, el estudio MOSAICO es el nombre que recibe la fase experimental III para el desarrollo de una vacuna preventiva contra el VIH. Su objetivo es evaluar si un régimen de vacunas en etapa de investigación diseñado para inducir respuestas inmunitarias contra una variedad de cepas mundiales del VIH puede prevenir de forma segura y eficaz la adquisición del VIH entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres y personas transgénero.

Algunos de los rasgos principales de este estudio son los siguientes:

  • Esta vacuna está compuesta por un vector viral causante del resfriado común, el adenovirus 26, al que se le han agregado varias proteinas del VIH. El virus inoculado es inofensivo para el ser humano, pero la adición de componentes de diferentes cepas del VIH puede generar inmunidad.
  • El grupo muestral engloba a 3800 personas de grupos poblacionales concretos, todas VIH-negativas y de 18 a 60 años de edad.
  • La investigación se realiza en 57 centros especializados repartidos por 8 países a lo largo del mundo.
  • Las personas involucradas reciben un total de 6 inyecciones a lo largo de 1 año, las cuales difieren en algunos puntos a nivel de composición y finalidad. Hay un grupo aleatorio que recibe inyecciones placebo. El periodo total de monitorización dura 3 años.

La vacuna propuesta para prevenir el VIH es muy especial, pues no contiene al propio VIH ni vivo, ni muerto ni desactivado. Por ello, es completamente segura para la salud y no pone en riesgo a los participantes. Sin duda, este proyecto (y otros muchos ejecutados de forma simultánea) nos permiten ver un futuro mucho más esperanzador en la prevención y tratamiento de esta infección.

Ejemplo de un coprocultivo.

El estudio de la vacuna preventiva contra el VIH está lleno de desafíos, pero los avances son cada vez más prometedores. Aunque aún queda un camino largo por recorrer, la esperanza aumenta con cada ensayo clínico exitoso.

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