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Bronquitis y bronquiolitis: ¿en qué se diferencian?

Cuando llega el frío, las enfermedades del tracto respiratorio se vuelven la orden del día. Se estima que, por ejemplo, el resfriado común afecta a los adultos de 2 a 6 veces al año y a los niños de 6 a 10 veces. Aunque esta condición no sea grave, es responsable del 40% de los casos de absentismo laboral y del 30% del escolar. Por desgracia, algunos de los agentes víricos capaces de generar infecciones comunes pueden desencadenar cuadros un poco más complicados. ¿Conoces las diferencias entre bronquitis y bronquiolitis?

Aunque ambos términos suenen muy parecidos, la bronquitis y la bronquiolitis son dos entidades clínicas bien diferenciadas que requieren abordajes diferentes. En las siguientes líneas, te contamos en qué se distinguen a nivel etiológico, sintomático y de tratamiento.

1. La bronquitis afecta a los bronquios y la bronquiolitis a los bronquiolos

La bronquitis es la hinchazón e inflamación de los bronquios, los 2 conductos en los que se bifurca la tráquea para llevar oxígeno a ambos pulmones. Esta condición suele comenzar como una infección viral de la nariz, las orejas, la garganta o los senos paranasales que se expande hasta las vías respiratorias superiores. La mayoría de los casos son agudos y se pueden explicar por infecciones virales, aunque también hay bronquitis crónicas que tienen otras causas, como el abuso de tabaco.

Por otro lado, la bronquiolitis es la hinchazón y acumulación de moco en las vías aéreas más pequeñas en los pulmones, los bronquiolos. También suele tener un origen viral es una variante aguda y, en la crónica, generalmente se asocia a la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).

La primera de las diferencias entre bronquitis y bronquiolitis es clara: la primera condición ocurre en los bronquios, mientras que la segunda tiene lugar en sus ramificaciones, los bronquiolos. Ambas afectan a las vías respiratorias, pero las estructuras anatómicas involucradas son diferentes.

La bronquitis y la bronquiolitis son diferentes.

2. Los síntomas difieren

A partir de ahora, nos vamos a centrar en las bronquitis y bronquiolitis agudas, pues son las más comunes. Las variantes crónicas se asocian a la población adulta y, en la mayoría de los casos, están incluidas en el marco de la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC). Esta entidad clínica es grave y requiere un espacio por sí sola.

Los síntomas principales de la bronquitis aguda son los siguientes:

  • Tos frecuente con producción mucosa.
  • Fatiga.
  • Falta de aire.
  • Fiebre baja.
  • Sensación de malestar en el pecho.

Los síntomas principales de la bronquiolitis aguda son los siguientes:

  • Tos seca y áspera.
  • Labios secos.
  • Fiebre leve.
  • Tos.
  • Estornudos.
  • Respiración rápida y entrecortada.

En ambas condiciones, la tos puede perdurar por varias semanas. De todas formas, una diferencia clave entre bronquitis y bronquiolitis es la variación de los síntomas de minuto a minuto. En la bronquiolitis, con toser y expectorar los mocos puede ser suficiente para volver a respirar de forma adecuada durante un tiempo. Esto no ocurre en la bronquitis, tal y como indican fuentes profesionales.

3. La bronquiolitis es mucho más común en niños que la bronquitis

La bronquitis aguda es una de las enfermedades más comunes que existen. Se estima que un 5% de los adultos y un 6% de los niños en cualquier población dada padecen al menos un episodio al año. Como todas las enfermedades de las vías respiratorias, esta condición se vuelve mucho más común durante los meses fríos del año. Factores como fumar, vivir en un lugar con mucha polución, la masificación y padecer asma son algunos de los factores de riesgo asociados a contraer bronquitis.

La bronquiolitis es mucho más común en bebés y en niños pequeños, sobre todo en aquellos con menos de 3 meses de edad. Al tener unos pulmones y vías respiratorias menos desarrollados, es más fácil que los bronquiolos se bloqueen con moco y empiecen a manifestarse los síntomas. También puede afectar a la población adulta, pero las posibilidades son mucho más bajas.

4. Los agentes causales pueden ser diferentes

La bronquitis aguda es de origen vírico en el 90% de los casos, aunque en escenarios aislados puede estar causada por bacterias como Mycoplasma pneumoniae o Bordetella pertussis. Los agentes víricos que más se relacionan con este cuadro clínico son los Influenzavirus, el virus respiratorio sincitial (VRS), Adenovirus, Rhinovirus y Coronavirus.

Por otro lado, en la inmensa mayoría de los casos, la bronquiolitis se asocia a un cuadro vírico provocado por el virus respiratorio sincitial. Hay otros agentes ya citados en el caso de la bronquitis que se pueden asociar a esta condición de las vías respiratorias, pero el VRS es el responsable casi siempre.

5. La bronquiolitis podría considerarse más grave

En general, la bronquiolitis se puede considerar más grave que la bronquitis porque causa una dificultad para respirar más clara. Además, la bronquiolitis afecta sobre todo a bebés, incapaces de comunicarse verbalmente y con un sistema inmunitario desarrollado. Todo esto hace que las cosas se puedan complicar un poco más durante un cuadro de bronquiolitis.

Ante cualquiera de estos signos en el bebé, se requiere una visita inmediata al centro de urgencias:

  • Labios o piel azulada, una condición conocida como cianosis. Esto está causado por falta de oxígeno y es grave.
  • Pausas en la respiración (apnea).
  • Insuficiencia respiratoria/bajos niveles de oxígeno en sangre.
  • Deshidratación.

Según fuentes profesionales, hasta 1 de cada 56 bebés afectados por el virus respiratorio sincitial (causante principal de la bronquiolitis) requieren hospitalización. El tratamiento consiste en fomentar la respiración del infante, otorgarle oxígeno suficiente y mantenerle hidratado. Puede que algunos síntomas se mantengan después de la entrada en urgencias, pero la situación debería resolverse por sí sola.

Hay muchas enfermedades comunes en niños.

Las diferencias entre la bronquitis y la bronquiolitis son claras, aunque compartan algunos de sus síntomas a nivel superficial. En general, ambas entidades clínicas se consideran leves, pero si se mantiene el malestar por más de unos días o hay una clara dificultad para respirar, se requiere atención médica inmediata.

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