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Tejido adiposo abdominal: inflamación y efectos en la salud

El Atlas mundial de obesidad publicado en 2023 predice que el 51 % de la población mundial sufrirá sobrepeso u obesidad en el 2035. Esta situación conlleva una serie de desafíos médicos en cuanto a prevención y predicción de enfermedades de cara al futuro. Además, también ejemplifica la importancia de conocer ciertos términos asociados a su aparición.

El tejido adiposo visceral, término que designa a la grasa almacenada alrededor de los órganos internos, funciona como un “órgano complejo”. Si este se inflama (adipo o lipoinflamación), lleva consigo consecuencias directas sobre la salud física y mental. Existen varios factores asociados al estilo de vida moderno que promueven que el tejido adiposo se inflame. Esencialmente, algo que pone muy furioso al tejido adiposo es el desequilibrio energético, es decir, el superávit entre lo que se ingresa (ingesta de alimentos) y lo que se gasta (energía en kilocalorías).

Este contexto genera una remodelación y expansión del tejido adiposo visceral (tejido adiposo blanco principalmente ubicado en la cavidad abdominal) que acarrea muerte celular, cascadas de señalización metabólicas e inmunológicas anómalas y generación de gran cantidad de radicales libres que, “literalmente”, oxidan nuestras células haciéndolas disfuncionales. ¿Cómo se correlaciona esto con la salud y la enfermedad? Lo exploramos en las siguientes líneas.

La Inflamación y la enfermedad cardiometabólica

La inflamación del tejido adiposo visceral y el estrés oxidativo (disparo de radicales libres) se retroalimentan e inducen a un estado de inflamación crónica de bajo grado. Este estado es el caldo de cultivo nutricional para el riesgo cardio metabólico o, en otras palabras, el aumento de la probabilidad de sufrir algún evento u enfermedad cardio o cerebro vascular y/o llegar a padecer Diabetes Mellitus tipo II.

A su vez, en el mismo escenario, esta adipoinflamación afecta a tejidos Insulinodependientes (dependientes de la insulina), generando mayor producción hepática de glucosa o disminuyendo su captación por el músculo. No obstante, el tejido adiposo inflamado puede encontrarse en otros órganos vitales como pericardio, páncreas, riñones o hígado (esteatosis hepática). A este espectro de inflamación y patología cardiometabólica se le denomina meta-inflamación.

El reporte de la OMS “”Invisible numbers: the true extent of noncommunicable diseases …” destaca que casi 3 de cada 4 muertes en el mundo se deben a una enfermedad crónica no transmisible (ENT), siendo las 4 ENT más letales las enfermedades cardiovasculares (cardiopatías y accidentes cerebrovasculares), el cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas.

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La inflamación y la neurotoxicidad

Paralelamente, es relevante resaltar que el principal componente de la grasa visceral es el tejido adiposo mesentérico, aquel que envuelve y protege a los órganos de la cavidad abdominal y a los intestinos, y que cumple un papel destacado en el cuidado de la barrera intestinal.

En este sentido, un estado de adipoinflamación visceral podría promover una inestabilidad de la barrera intestinal, volviéndola más permeable e impidiendo que realice su función de contener el paso de endotoxinas Estas endotoxinas podrían viajar hacia otros órganos vitales como el cerebro, provocando neurotoxicidad. Este estado se puede traducir en signos como insomnio, depresión, ansiedad o irritabilidad. Además, todo el proceso de meta-inflamación se ha relacionado con importantes enfermedades neurodegenerativas.

Las proyecciones de la ONU apuntan a que el número de personas que padecen Alzheimer se triplicará en los próximos 30 años.

Abordaje con enfoque de estilo de vida antiinflamatorio

Un punto transcendental es que la expansión y remodelación de la grasa visceral no solo ocurre en personas con sobrepeso u obesidad, sino también en personas con peso considerado normal según su índice de masa corporal.

Así pues, en ocasiones, los valores elevados de grasa visceral podrían ser la única evidencia de la necesidad de intervención para aplacar estados silenciosos premórbidos o cuadros clínicos inespecíficos que se pueden beneficiar de un manejo multidisciplinar, con enfoque antinflamatorio, incluyendo modificaciones del estilo de vida, con especial atención a la actividad física y los hábitos alimentarios.

Caridad León Robles. MD. MPH. Healthy Longevity Medicine – Grupo VIVO

Bibliografía

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